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Reportaje:APUNTES

Profesores en la cumbre

Un equipo de la Universidad de Valencia rematará sus cinco siglos en el pico Dhaulagirí de Nepal

Los miras y parecen, pues eso, profesores jóvenes de la universidad con los ojos brillantes de ordenadores y cálculos. Sin ir más lejos, el jefe de la expedición, Paco Goerlich, 41 años, del Departamento de Análisis Económico, no tiene aspecto de Indiana Jones o de ser capaz de subirse un ochomil en pleno Indukush de Pakistan como hizo el año pasado. Pero, como todo el mundo sabe, las apariencias engañan. De manera que Goerlich, junto a otros siete compañeros de distintas procedencias, pertenece a un Club Integral de Montaña que se dispone a realizar en la primavera del año próximo otra proeza espectacular: la conquista y coronación del pico Dhaulagirí, de 8.167 metros, en pleno y conflictivo Nepal. El objetivo en el que participa un competente equipo de himalayistas compuesto por, además de Goerlich, el oficial de laboratorio Armand Congost, Coque Pérez, valenciano que pisó el Everest, el informático Enrique Expósito, el topógrafo Paco Aguado, el estudiante de Económicas Óscar Arauz y la doctora Victoria Amigo, tiene además el honor de conmemorar el final de las celebraciones valencianas de los Cinc Segles de la Universidad. En otras palabras, si el dios del macizo del Karakorum lo permite, entre abril y mayo del 2002, antes del monzón, los muchachos de Goerlich realizarán el último acto oficial de Cinc Segles, coincidiendo con la firma histórica que en su tiempo hiciera el Rey Muy Católico Don Fernando reconociendo la Universidad de Valencia.

Estarán en comunicación con el Instituto de Robótica y su comportamiento será estudiado desde la Facultad de Psicología

En un libro presentado en la pasada feria del libro y dirigido por Rosa Real y Javier Botella y que se titula Gasherbrum II, otro pico para poner a prueba a los deportistas, y que fue coronado por parte de este mismo equipo, el profesor Goerlich escribe: 'haviem de pensar en la manera de traspassar els entrebancs de les coses merament esportives, en com donar un sentit universitari a l'expedició i fer partíceps de la nostra aventura a la resta de la comunitat universitària'. Y a fe que lo consiguieron.

En esta nueva aventura, digna de un Robert L. Stevenson o Edmund Hillary, estos universitarios se proponen realizar experimentos científicos, además de diversas pruebas físicas y médicas que serán controladas por la doctora del grupo. Armand, un muchachote de 34 años con cara de sherpa occidental lo explica: 'Vamos a intentar realizar un proyecto tecnológico de alcance. Se trata de proyectar una red inalámbrica entre los distintos campamentos; para que cada componente de la expedición esté en contacto con el campamento base. También haremos análisis de la velocidad del viento que cada expedicionario controlará con su GPS. Nada de diferido. Cada uno llevaremos un equipo autónomo, en su ropa inteligente que llegará vía satélite a un servidor de Internet'. Y sin los ridículos alardes mediáticos que hicieron los de TVE, y que, como se recordará, tuvieron que ser auxiliados por otro grupo de aventureros, esta vez de la Universidad Politécnica, esta expedición al Himalaya nepalí de la Universidad de Valencia hará historia deportiva y científica, experimentando alta tecnología en un medio hostil. A mayor abundamiento, estarán en comunicación con los institutos de Robótica y Física. Uno de los viajeros, Coque Pérez, está diseñando un proyecto de estudio fisiológico en alturas de ocho mil.

¿Qué razones mueven a estos himalayistas a jugarse el pellejo en semejantes alturas? Arnaud no pestañea al contestar: 'Es un sentimiento, un impulso vital; hay gente que para sentirse plena necesita un contacto con la naturaleza; un instinto animal, primario'. Y Goerlich remata: 'No se trata de competitividad. No es una carrera por llegar a la cumbre, es un instinto de superación. Sencillamente, querer subir'. Y cuando se les pregunta cuáles son los pequeños placeres que se tienen en medio de las ventiscas, los suelos traicioneros de hielo resbaladizo, la posibilidad de ser interceptados o, peor, secuestrados por la guerrilla maoista tan activa por esos lares, todos sonríen divertidos: '¿Sabes cuáles son esos pequeños placeres? Unas lonchas de jamón serrano, una lata de fabada, de mejillones en escabeche o trasegar unos vinos de la tierra que un amigo nuestro cosecha especialmente para la expedición'.

También explican los aventureros universitarios que allá arriba se piensa mucho más lento. Son comportamientos sólo explicables en una situación anómala. Por eso está implicada la Facultad de Psicología para el estudio del comportamiento cognitivo en situaciones extremas. El equipo de Cinc Segles trasladará desde Paris o Frankfurt a Katmandú 700 kilos de logística. Una vez allí y con la ayuda de los porteadores de la legendaria tribu sherpa ese peso aumentará a 2.500 kilos. Una tontería. 'Por la montaña no se puede circular libremente', afirman, 'esto no son los Alpes o los Pirineos, necesitamos permisos y cosas así y aunque ya no se estila la figura del jefe de expedición que en el pasado era un militar y que, por cierto, nunca subía, el jefe actual es el que se encarga de los papeles y trámites burocráticos'. A la vista del brillo sobrenatural en los ojos de estos aventureros uno no puede evitar desearles toda la suerte del mundo cuando la próxima primavera, y si los dioses orientales lo permiten, conquisten uno de los ochomil más complicados del Himalaya.

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