Tiempo de exámenes, cambio de hábitos

La época de exámenes marca cambios en los hábitos estudiantiles. Hay aves nocturnas que aterrizan en las bibliotecas de los campus: auténticos after hours académicos, abiertos 24 horas. En el último periodo de exámenes, la Universidad Jaume I de Castellón registró más de 11.000 visitas entre las 22 y las 8 horas, según datos de la institución. El verdadero maratón llegó los fines de semana, con 700 visitas diarias. La biblioteca se convierte en estas fechas en lugar favorito de estudio para muchos estudiantes, que agotan las máquinas expendedoras. Otros se dejan ver menos por lugares públicos, recluyéndose en la jaula hogareña. Es el caso de delegados de alumnos, representantes estudiantiles o de un vicerrector estudiante, Eduard Ramírez, que finaliza este año la carrera de Filosofía. Así esquivan preguntas, cafés y cuestiones que a lo largo del curso están acostumbrados a resolver. En los colegios mayores se palpa el ambiente de esta particular estación académica. Silencio, trasiego de cafés y refrescos en un clíma que estimula el estudio. Hay rarezas para todos los gustos: María, una estudiante de Filología se maquilla y perfuma para mantenerse despierta toda la noche.

Los complejos vitamínicos y estimulantes de la memoria están a la orden del día. Las farmacias disparan sus ventas en la recta final llegando a vender hasta un 60% más de unidades. La mayoría de los productos no requiere prescripción médica y es frecuente que sea la madre quien acude a la farmacia para adquirirlos y, de paso, se desahoga contando la historia del estudiante.

No faltan costumbres ancestrales, como amuletos y rituales que todavía envuelven la ceremonia del examen. Rubén Cansino, estudiante de Humanidades de la Jaume I, reconoce que solía hacer los exámenes con una moneda importada de Italia. Un estudiante de Psicología de la Universidad de Valencia acude con un amuleto de sus mayores: la placenta de su abuela con un botón dentro. Probablemente, sigan vigentes los datos de un estudio realizado por el Instituto López Piñero de la misma universidad, efectuado entre estudiantes de la Politécnica en edades comprendidas entre los 20 y 25 años. Este trabajo reveló lo arraigado que estaba el uso de amuletos y talismanes 'con la finalidad de que proporcionen suerte en determinadas ocasiones', como exámenes y otro tipo de pruebas. A tenor de los datos arrojados por el citado estudio, las mujeres suelen emplear objetos de pequeño tamaño tales como cruces de Caravaca, búhos y otros relicarios; ellos, en cambio prefieren dotarse de otros amuletos como ases o patas de conejo.