Rendirse al capital
La promoción de viviendas de alquiler para jóvenes es una estrategia más de lavado de imagen del Ayuntamiento. En estos momentos Barcelona se ha convertido en un suculento pastel especulativo abierto a las voraces ansias de constructoras e immobiliarias, que en este escenario globalizado interactúan con gran complicidad en la Administración de la ciudad. El Ayuntamiento crea la ilusión óptica mediante la cual la ciudadanía no criticará ciertas políticas urbanísticas, y sirve en bandeja a los inversores el poder generar beneficios multimillonarios mediante la reestructuración de grandes áreas urbanas.
Un ejemplo lo encontramos en el próximo Fòrum Universal de les Cultures 2004. Se genera un envoltorio llamado 'multiculturalidad', pero el evento incluye, sin lugar a dudas, la existencia del gran negocio inmobiliario de Diagonal Mar y del delta del Besòs. Entonces, resulta paradójico que para llevar a cabo el proyecto haya que expulsar a ciertos sectores de ciudadanos que forman el sector más marginal de lugares como La Mina, y que a su vez configuran una subcultura urbana. Nos encontramos con que para poder atraer a la nueva zona de expansión 22@ (nombre de la nueva área) a esas culturas modernas y tecnológicas, habrá que expulsar a otras no tan solventes, o sea, una especie de racismo económico, poco avalador ético de lo que se pretende que sea un foro universal de culturas.
El Ayuntamiento no controla el urbanismo de la ciudad, se somete a los designios y pautas que establece el mercado, y su máxima aspiración son unos metros más de acera o jardín público en los alrededores de cualquier construcción. Ante este panorama, aparecen de vez en cuando proyectos de vivienda de alquiler para jóvenes (que suponen el 0,1% de la demanda) y forman parte de la campaña electoral de los partidos 'progresistas' durante la legislatura. No pueden dejar creer a sus electores de izquierdas que se han rendido ante el capital.
La política urbanística se controla en los despachos de Colonial, Núñez y Navarro, Vallehermoso, Don Piso y muchos otros, precisamente esos que patrocinan eventos de masas organizados por el Consistorio, en los que le recuerdan a la ciudadanía lo felices que son esos minutos del domingo por la mañana paseando por el parque, a ver si se olvidan así de las 10 horas trabajadas durante seis días a la semana con el fin de poder pagar la hipoteca que le han impuesto para acceder a un derecho a la vivienda que hace muchos años fue olvidado en los baúles municipales.
Albert Martínez es miembro del movimiento okupa.
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