Prensa
Me gusta la palabra 'prensa' más que 'medios', aunque la expresión abarque otras grandes formas del periodismo sin impresión. Me gusta por la resonancia de la defensa de la 'libertad de prensa' dentro del conjunto de las reivindicaciones ciudadanas. Quizá no haya existido nunca: sólo hay momentos más o menos aproximados. Hoy salen a la calle los periodistas contra los atentados a compañeros hechos por ETA. No soy gremialista, pero estoy con ellos. Me gustaría que se sumasen a ellos quienes les leen: suya es la libertad. Un asesinato político va contra todas las libertades. No recuerdo haber estado nunca más que en una manifestación -contra el intento de golpe de Estado del 23-F- y no he firmado manifiestos: los periodistas tenemos otro medio de expresarnos y no hace falta que nos unifiquemos. Cuanto más individuos y más plurales, mejor. Creo en estos últimos años que la pluralidad es la mejor aproximación a la libertad. También sé que no todos mis compañeros tienen la posibilidad de escritura que yo -con mis límites, mis inseguridades- y que de alguna manera se tienen que expresar.
Me gustó poco la manifestación de periodistas en San Sebastián, no por el hecho en sí, sino porque leyeron el mismo texto: no debemos ser unánimes. Una palabra es clave en el tópico actual: la condena. Condeno el atentado contra periodistas como el de concejales, o diputados o ex ministros, el de militares o de cualquier persona que no esté conforme con el asesinato. En este caso, además, está en juego la libertad de prensa, que no de quienes trabajamos en ella, sino de todos: su aspiración es a una información libre y a las opiniones de todos los matices. No me considero más que intermediario de una pequeña parte de la opinión. Por eso recelo de la acción fiscal contra el periódico vasco que publicó una entrevista con dirigentes de ETA. Tenemos derecho a saber lo que opinan, sobre todo los que sabemos que nadie tiene ideas suficientemente fuertes para matar por ellas. Si yo hubiera estado en condiciones de publicarla, lo hubiera hecho. Puede que lo que digo me sea funesto. Puede que todo lo que escribo me sea fatal. Está bien: saber quién me apunta es algo que comparto con mis compañeros amenazados de muerte y los que han sufrido el atentado brutal y personal.
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