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Las compañías aéreas conocían desde hace 10 años el 'síndrome de la clase turista', pero no lo investigaron

Isabel Ferrer

Una investigación efectuada por el equipo del programa de documentales de la BBC Panorama aseguró anoche que las compañías aéreas conocían desde hace una década la posible relación entre los viajes de largo recorrido y la formación de trombosis venosas profundas englobadas en el síndrome de la clase turista. Cinco científicos, entrevistados por la cadena pública británica, afirmaron además que 'decenas de compañías de vuelos' habían rechazado sus peticiones de estudiar la incidencia de estos coágulos sanguíneos entre sus pasajeros.

El síndrome de la clase turista, asociado a la quietud en cualquier desplazamiento largo y no sólo a los asientos baratos de los aviones, apareció por vez primera en la literatura médica en 1968 en un artículo dedicado por la revista médica The Lancet a los accidentes cardiovasculares.

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Entrevistado para el programa Panorama, el responsable médico de British Airways, David Flower, señalaba ayer que la compañía sabía de estos posibles riesgos desde principios de los años noventa. 'La trombosis venosa, a veces mortal, no es mencionada así en los folletos sobre seguridad aérea de BA para no confundir o alarmar al viajero', dice Flower.

El programa televisivo, que no especifica las compañías aéreas con las que se puso en contacto, asegura también que las de los emiratos árabes no advierten a sus clientes de 'peligros aún sin demostrar por la ciencia'. La firma alemana Lufthansa, una de las pocas nombradas, indica que los viajeros en situación de riesgo, ya sea por diabetes, tabaquismo, estar tomando contraceptivos orales o haber sido operado poco antes del viaje, 'tienen la obligación de cuidarse e informarse'.

El documental entrevista a cinco científicos que trabajan en el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Hawai y han visto rechazadas sus ofertas de investigación por parte de las firmas aéreas. Uno de ellos, Sam Shuster, de la universidad británica de Newcastle, recibió en 1996 una carta de British Airways donde se le indicaba que los pasajeros no solían sumarse a este tipo de estudios porque lo que les importa es llegar cuanto antes a su destino.

Dicha respuesta contrasta con los trabajos efectuados por John Belstead, del hospital de Ashford, cercano al aeropuerto londinense de Heathrow, que atribuye al síndrome una treintena de muertes registradas en dicho centro en los tres últimos años.

Por otra parte, en marzo pasado,representantes de 16 de las mayores compañías aéreas del mundo brindaron su apoyo en Ginebra a la Organización Mundial de la Salud para investigar el síndrome.

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