Vergonzoso
Vergonzoso. El calificativo define fielmente lo ocurrido ayer en La Maestranza, convertida en plaza de pueblo por obra y gracia de un presidente que permitió que salieran al ruedo una tropa de tullidos.
Una de dos: enfermos o drogados. O nadie se gasta un duro en veterinario y los novillos son víctimas de una epidemia demoledora, o algún desalmado echa una pastilla en el agua y los deja turulatos. No tiene otra explicación que los animales salgan al ruedo, den dos carreras y se les doblen las patas como si fueran de algodón. Pero menos explicación tiene que el presidente mire hacia otro lado y se resista a sacar el pañuelo verde.
Claro que jugaba el Betis un partido a vida o muerte, los abonados prefirieron sufrir sus colores blanquiverdes y la plaza se pobló de japoneses (media plaza de japoneses) que se lo pasaron realmente en grande cuando vieron salir por dos veces a los cabestros. Quién sabe si de eso se aprovechó el presidente para no cumplir con su obligación. Pero así está la fiesta: los ganaderos crían toros enfermos o alguien los droga; el empresario compra toros inservibles, y la autoridad se tapa los ojos y le falta el respeto al pueblo japonés, que también pasa por taquilla.
Villamarta / Barea, Cortés, Chacón
Novillos de Villamarta (1º y 4º, devueltos), inválidos y mansos. Antonio Barea: ovación y silencio tras aviso. Antón Cortés: ovación en ambos. Octavio Chacón: ovación y palmas. Plaza de la Real Maestranza, 10 de junio. Novillada de abono. Media entrada.
¿Y los toreros? Los toreros no pueden preguntar ni la hora porque se entiende que es rebelión y no vuelven a vestirse de luces. Los toreros, jóvenes inexpertos, ilusionados, pero hijos de la comodidad imperante, son las víctimas propiciatorias de la vergonzosa situación. Los tres pasaron desapercibidos, sin pena ni gloria. Los tres lo intentaron, pero no quedó nada para el recuerdo.
Barea toma pronto la alternativa y sólo se mostró voluntarioso ante dos inválidos. Cortés maneja bien la zurda y deleitó a la concurrencia oriental con largos y hondos naturales, aunque no hizo méritos para el triunfo final; y Octavio Chacón se mostró muy voluntarioso, con oficio y conocimiento, sobre todo en el último, ante el que consiguió buenos muletazos y mató muy mal.
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