Un oasis de frutas doradas
El jardín de las Hespérides, ubicado en una de las fachadas históricas de Valencia, premiado por el Colegio de Arquitectos
Sobre un solar de 5.000 metros cuadrados, campo de batalla en el que se enfrentaron los intereses inmobiliarios de Lladró y los de los ciudadanos que demandan la recuperación de una de las fachadas históricas de la ciudad de Valencia, hoy se levanta un oasis de frutas doradas. Un pequeño espacio para la tranquilidad y el placer de los sentidos, pegado junto al paseo de la Pechina -una de las vías más inhóspitas de la ciudad sólo apta para vehículos-, que ha recibido el primer premio en la categoría de espacios públicos del Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana. Un área ajardinada, recuperada para el patrimonio público por la alcaldesa, Rita Barberá, que no ocultó su satisfacción por el resultado en el acto de inaguración.
El diseño del jardín, abierto al público desde hace pocos días, es obra del equipo integrado por María Teresa Santamaría, Antonio Gallud, Miguel del Rey y Carlos Campos. Los autores han partido de una idea mitológica, fuertemente apuntalada con la historiografía de los jardines valencianos para construir un espacio contemporáneo donde las medidas están en función del ser humano.
Del Rey explica que la discusión sobre el proyecto 'se centró sobre tres aspectos que condicionaban el futuro jardín'. Uno: 'la tensión social motivada por el conflicto de intereses' entre los promotores propietarios del suelo y la reivindicación ciudadana de Salvem el Botànic. Esta circunstancia se resolvió mediante la creación de un jardín cerrado que lo aislase de la autopista en que se ha convertido el paseo de la Pechina junto al viejo cauce del río Turia pero que fuese permeable con el Jardín Botánico, la iglesia de San Sebastián y el arbolado y la cúpula de Tosca y, en caso de ser necesario, permitiese su ampliación al solar anexo objeto donde se enfrentan intereses hoteleros y patrimoniales.
Dos: 'la ubicación en una de las fachadas históricas de la ciudad de Valencia declarada Bien de Interés Cultural (BIC)'. Ello obligó a los autores a buscar la perspectiva desde todos los ángulos, incluida la que tendrían la mayoría de los ciudadanos, 'que sólo verán el jardín desde fuera al entrar en coche a la ciudad'.
Tres: 'la cultura del lugar, anexo al Jardín Botánico de Valencia'. El resultado ha sido una colección de cítricos con especímenes únicos de cidro, limonero, limero, mandarino, naranjo amargo, naranjo dulce, pomelo y pummelo hasta alcanzar la cifra de 50 variedades diferentes, entre las que se puede contemplar desde el viejo naranjo de la China hasta los limones llamados los dedos de Buda. Una colección llena de rarezas que completa, además, los fondos del Jardín Botánico anexo que perdió su histórica colección de cítricos.
Así, a partir de la idea del jardín de las Hespérides -que la diosa Gea regaló a Zeus por su boda con Hera- y la historia mitológica de los 12 trabajos de Hércules -uno de los cuales era robar las manzanas de oro del jardín que daban la inmortalidad- los autores del proyecto han recuperado las tres técnicas de cultivo de los agrios: en árbol, en maceta y en espaldera. Miguel del Rey explica que para recuperar algunas especies de cítricos y técnicas de cultivo ya desaparecidas en la Comunidad Valenciana han tenido que 'viajar a Italia donde se han conservado las tradiciones que Alfons el Magnànim y sus lligadors d'horts exportaron desde Valencia'.
El jardín de las Hespérides se completa con tres esculturas del húngaro Pàlfy con personajes del episodio protagonizado por Hércules y los árboles presentes en la mitología. Dentro del espacio ajardinado, las perspectivas, la alineación de los cítricos dispuestos en bancales como objetos ordenados en estantes, el agua discreta que recorre el espacio desde el ullal situado en la parte alta a la balsa situada en la parte baja, y el porche que servirá como refugio contra el sol completan la obra premiada por el Colegio de Arquitectos.
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