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Modelos de ciudad

Cuando Narcis Serra fue nombrado alcalde de Barcelona y decidió modernizar la ciudad, una de sus primeras decisiones fue colocar al frente del Urbanismo al arquitecto Oriol Bohigas. Bohigas es un técnico de amplia trayectoria, solvente y muy respetado, de sólidos conocimientos. Como corresponde a un profesional de estas características, Bohigas tomó rápidamente las decisiones oportunas para regenerar la ciudad: dio importancia a los espacios públicos y a los monumentos arquitectónicos, dejó de lado cualquier plan general, que sustituyó por proyectos concretos y, en unos años, hilvanó una ciudad admirada por muchas personas. Este modelo creado por Bohigas provocó un indudable impacto, y fue muy imitado después en otras ciudades.

Al iniciar su segundo mandato, en el que se acometería la revisión del plan general de Alicante, el alcalde Luis Díaz Alperi nombró concejal de Urbanismo a José Luis Pamblanco, en una decisión que asombró a la ciudad. Pamblanco, Pepe Pamblanco, es un individuo simpático, socarrón, bon vivant, que ejerce de alicantino y que durante años se dedicó al negocio de los tintes, en el que gozó de un notable crédito. Estoy convencido de que cualquier alicantino estaría encantado de tomar unas cervezas con el concejal Pamblanco. Sabría asegurado un rato muy ameno, en el que no faltarían las anécdotas ni las discusiones graciosas. Pamblanco es un contertulio excelente, un anfitrión formidable. Sin embargo, muy pocas de estas personas se atreverían a poner en sus manos un mapa de la ciudad para que trazara el Alicante del futuro. Lo considerarían una temeridad.

Pues bien, en este nombramiento de Pepe Pamblanco como concejal están ya contenidos los problemas que vivirá el urbanismo en Alicante y que estos días alcanzan una máxima intensidad. Aunque los periódicos titulan las noticias a toda plana, son muy escasos los lectores que se sorprenden por estos escándalos en torno al Plan General de la ciudad. Cuando hace un año Lluis Cantallops fue presentado como responsable de la revisión del Plan, criticó la excesiva construcción que se realizaba en aquellos momentos en Alicante. 'Lo que ocurre aquí, no lo he visto en ningún otro municipio', dijo Cantallops a los miembros de la comisión municipal de Urbanismo. Un año después, las órdenes y las recomendaciones del Partido Popular han sumido a Cantallops -un técnico de prestigio- en el silencio. Mientras, las calificaciones de terrenos se suceden de un día para otro. Mudan las fortunas. Se multiplican los beneficios. Hoy, se premia a unos constructores, a los que se libera de la obligación de edificar un parque. Mañana, el favorecido es el presidente de la CAM, que ve revalorizarse sus propiedades. La rueda municipal de la fortuna dibuja caprichosamente el Alicante del futuro.

En la elección que hace Narcis Serra y en la que realiza Díaz Alperi, tan distintas ambas, vemos dos formas opuestas de entender el urbanismo. A una le preocupa la ciudad y sus habitantes y busca ponerse a su servicio. Para la otra, la ciudad es un territorio de negocio en el que ordenan los constructores. Es posible, como sostienen algunos, que las ideologías hayan muerto. De lo que no cabe duda es que sus prácticas están hoy más vivas que nunca.

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