El Central Park donostiarra
San Sebastián quiere transformar el jardín de Cristina Enea en un hito paisajístico y cultural
Fue una sutileza del arquitecto Patxo de León, redactor del Plan General de San Sebastián de 1995, la catalogación del Parque de Cristina Enea como el 'Parque Central' de la ciudad. El alcalde donostiarra, Odón Elorza, sólo ha tenido que cambiar de idioma y denominarlo 'Central Park' para impulsar así la recuperación de este recinto natural que 'debe figurar entre los mejores de Europa, de visita obligada y referencia paisajística y cultural' por los siglos de los siglos, 'como los monumentos del Románico'.
Elorza ha enviado una carta a 60 paisajistas y especialistas europeos en la remodelación de parques para invitarles a participar en la renovación de éste, un proyecto presupuestado en 1.500 millones de pesetas que se desarrollará en cinco años. Un jurado formado por el director de Parques y Jardines de París, la autora del jardín botánico de Barcelona y un especialista del Ayuntamiento de Múnich, entre otros, seleccionará las cinco mejores ideas. A finales de la próxima primavera se conocerá el ganador.
Se quiere transformar este antiguo jardín privado (94.600 metros cuadrados) en un espacio de gran valor naturalístico, referente en la cultura y el arte moderno.
El Parque Cristina Enea, situado sobre una pequeña colina que forma el último meandro del río Urumea antes de desembocar en el mar, fue diseñado en la segunda mitad del siglo XIX por el jardinero paisajista francés Pierre Duchase por encargo de Fermín de Lasala, duque de Mandas (1832-1917). Al morir sin descendencia, legó el parque en 1926 al Ayuntamiento de San Sebastián para el disfrute de los ciudadanos con una condición: no cambiar su nombre, elegido en honor a quien fuera su mujer, Cristina Brunetti. En su testamento, exigió que el recinto mantuviese su estado original y donó 18.000 pesetas anuales para mantener el parque.
Con los años, el celoso cumplimiento de las proteccionistas condiciones del duque ha llevado a un notable deterioro de la vegetación, los caminos y las edificaciones del recinto. Con la entrada en el tercer milenio, al parecer, prescriben las cláusulas hereditarias, como la que sólo permitía hospedarse en el edificio palaciego al obispo o al nuncio del Papa. Rotas las ataduras testamentarias, el parque será restaurado para convertirse 'en el pulmón verde más representativo de San Sebastián'.
El alcalde hizo suyo este ambicioso proyecto, y lo presentó en vísperas de las municipales de 1999. Entonces, abanderó una 'iniciativa apartidista' para hacer de Cristina Enea un 'espacio para la paz' (o Bakeleku) donde 'reivindicar la memoria de todas las víctimas del terror y la violencia'. Ahora la motivación es más cultural que pacifista. Elorza quiere incorporar este parque al circuito de espacios artísticos como el Chillida-leku, Urgull, el Peine del Viento, las rocas varadas del Kursaal, o el Palacio Miramar. Concurre a su favor el aprovechamiento de la Tabacalera, vecino del parque, como futuro Centro Internacional de Arte.
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