La feria de Madrid amplía sus instalaciones y ya factura el doble que la Fira de Barcelona

La brecha entre las ferias de Madrid y Barcelona es cada vez más honda. La feria de Madrid, Ifema, registró el pasado año una facturación de 17.000 millones de pesetas, casi el doble que la Fira de Barcelona, en la que rondó los 9.000 millones. Ifema crece más y de forma menos costosa que la Fira de Barcelona. También gana la carrera del prestigio: Ifema cuenta con 28 salones internacionales, frente a los 17 de Barcelona. El plan estratégico anunciado por la Fira llega con retraso. El proyecto acusa el desgaste institucional y las limitaciones urbanísticas del polígono Pedrosa en la Gran Via sur.

La última ampliación de la feria de Madrid expresa la facilidad y el menor coste de su expansión comparada con la de Barcelona. Ifema ha terminado este mismo mes su última ampliación -dos nuevos pabellones que suman 50.000 metros cuadrados-, en la que se han invertido 15.000 millones de pesetas. Por su parte, la Fira de Barcelona ha abordado en pocos años la mayor ampliación de su historia -44.000 metros cuadrados en el polígono Pedrosa de la Gran Via sur- con un coste de 22.000 millones. Pero el futuro es incierto, ya que la construcción de un centro comercial tapona la entrada a Pedrosa desde la Gran Via.

Esta diferencia de costes debe buscarse, en primer lugar, en el suelo disponible. Ifema, situada en el Campo de las Naciones de Madrid, a tres kilómetros del aeropuerto de Barajas, dispone de un millón de metros cuadrados calificados para uso ferial, sin barreras arquitectónicas ni urbanísticas de ningún tipo. Y de este total, destina a salones unos 150.000 metros, sin contar la citada última ampliación. Barcelona, por su parte, de 250.000 metros cuadrados disponibles, destina a exposiciones 132.000, de los cuales 88.000 corresponden al antiguo recinto de Montjuïc y 44.000 al nuevo espacio de Pedrosa (Montjuïc 2).

El potencial de crecimiento de Ifema es cuatro veces mayor que el de la Fira de Barcelona, dato que define la tendencia y que tiene ya un claro reflejo en las cuentas de ambas instituciones. De momento, Madrid factura el doble que Barcelona y las cifras, producto básicamente de los ingresos por el alquiler de los pabellones, tenderán a mantener sus actuales proporciones y cristalizarán una polaridad favorable a Ifema.

Respecto a la magnitud y a la aceleración del crecimiento, en Ifema es imparable. La feria de Madrid fue fundada hace dos décadas y sus accionistas, el Ayuntamiento de Madrid (31% del capital), la Comunidad (31%), la Cámara de Comercio (31%) y Cajamadrid (7%), han desembolsado en los últimos 10 años medio billón de pesetas, entre recursos propios y créditos. Su gran competidor, la Fira de Barcelona, anuncia ahora un plan estratégico, pendiente de ratificación por el consejo general del consorcio, que prevé una inversión de 30.000 millones. Es decir, en la última década, mientras que los socios de Ifema han puesto sobre la mesa todos los medios posibles, los accionistas catalanes de Fira han movilizado la inversión de Pedrosa (22.000 millones) y ahora prometen 30.000 millones más. En términos de sentido del riesgo, los números proclaman que Madrid es tan temeraria como Barcelona pacata.

Bajo el escenario descrito subyace el desgaste institucional de la Fira de Barcelona. Tras 10 años de guerras entre la Generalitat y el Ayuntamiento de la ciudad, la Fira firmó su pax romana el pasado mes de septiembre, cuando la Administración autonómica entró en el consejo general de la entidad. Ahora es un consorcio en el que participan a partes iguales la Generalitat, el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio.

Hace ya unos 10 años que la Fira de Barcelona despertó del sueño del monopolio ferial en el que se había mantenido desde las lejanas exposiciones de 1888 y 1929. A lo largo de esta década, la clase dirigente catalana- que incluye a políticos, empresarios, financieros, consultores, analistas, etcétera- ha vivido de soflamas sobre qué modelo ferial era más conveniente.