'Entender que el proyecto de arquitectura y el de contenidos son independientes es un error'
Es uno de los arquitectos españoles más prestigiosos. Su edificio para el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim) lleva meses acabado a la espera de que los responsables políticos acierten a dotarlo de contenidos. Guillermo Vázquez Consuegra (55 años) trabaja siempre con lápiz. Con ese instrumento va contestando a las preguntas que llegan al correo electrónico que maneja una ayudante en su estudio de Sevilla.
P. La fachada principal del Muvim está orientada hacia los jardines del antiguo hospital y es invisible a los automovilistas que circulan por Guillem de Castro.
R. El Muvim hay que entenderlo como un pabellón en los jardines del Hospital. Y esa será su imagen final: un edificio envuelto por la vegetación. Su geometría descoyuntada y musculosa lo aproxima a su condición de objeto. En cambio, el pasaje público abierto en su interior habla de su condición urbana. Esta ambigüedad determina y define nuestro proyecto.
P. ¿Los edificios públicos legitiman a los políticos que los encargan?R. A veces sirven para dejar de lado los problemas reales de la ciudad
P. ¿Entonces para una correcta visión del edificio debe ser también su proyecto de remodelación de los jardines el que se ejecute?
R. Es absolutamente indispensable. El proyecto de jardín arqueológico que hemos redactado permite poner en relación los edificios existentes, los jardines y los restos arqueológicos.
P. Llama la atención la rotundidad de sus formas, pero también la sensación de pureza que da la desnudez de los materiales.
R. La forma del edificio recomendaba el uso masivo de un solo material moldeable que resolviese al mismo tiempo tanto la estructura como los revestimientos exteriores. Por eso utilizamos el hormigón visto. Hemos utilizado muy pocos materiales en el edificio: hormigón, acero cortén o inoxidable y piedra natural. Cuando el uso de materiales se convierte en un muestrario o cuando éstos exhiben un lujo innecesario, lo considero un acto superfluo. El proyecto es una búsqueda incesante de lo esencial. Creo, con Mallarmé, que la abundancia es estéril.
P. ¿Cómo cree que convivirán esa pureza del edificio y el cartón piedra de los contenidos?
R. Entender que el proyecto de arquitectura y el de contenidos son actividades independientes es un error que afecta a la calidad del conjunto. Estoy seguro que con el mismo equipo hubiéramos logrado un resultado diverso si hubiéramos tenido la capacidad de supervisar y dirigir estos trabajos. Los ejemplos contrarios están a la vista en los pabellones de Portugal o Suiza en Hannover, realizados por Siza y Zumthor, en los que arquitectura y exposición se suman y funden en una experiencia única emocionante.
P. En La sociedad red Manuel Castells sostiene que, paradójicamente, hoy la arquitectura más cargada de significado es la arquitectura de la desnudez y que su mensaje es el silencio.
R. En una época en la que se prima y valora el ruido, la confusión y el simulacro, una arquitectura más honda y silenciosa puede producir una gozosa e intensa sacudida. Sucede igual en el cine o en la literatura donde una obra austera y auténtica termina imponiéndose a la vacuidad de los efectos especiales.
P. ¿La urbanización del tercer milenio serán las megaciudades, ciudades interconectadas como espacios de flujos?
R. Existirá una mayor continuidad entre ciudad y territorio. Serán metrópolis en las que las infraestructuras de comunicación y la ciudad desdibujarán sus límites en un territorio difuso y apasionante. Avanzamos en una época optimista de disolución de fronteras entre la ciudad y la arquitectura, la arquitectura y la naturaleza, el arte y la vida.
P. ¿Qué arquitectura de la ciudad de Valencia es la que más le interesa?
R. Aquella que construye la ciudad del Eixample y de Russafa. Una arquitectura con un sentido profundo de urbanidad, capaz de producir fragmentos de ciudad tan espléndidos y consistentes. En cuanto al panorama actual, basta con hojear la Guía de Arquitectura Española 1920-2000 (Ministerio de Fomento) para observar como a Barcelona le dedican cuarenta páginas, veinte a Sevilla y en cambio a Valencia sólo tres. La respuesta la tendrán que dar los responsables públicos.
P. ¿Los edificios públicos cumplen una función de legitimación del político que lo encarga?
R. Los políticos parecen estar interesados solo en aquellas obras públicas que puedan dar testimonio de su paso por el poder, ralentizando, cuando no dejando a un lado, los problemas reales de la ciudad. La Administración está obligada a construir la mejor arquitectura a su alcance, ya que está financiada con el dinero de todos: ni el papanatismo provinciano de acudir a las estrellas para construir edificios emblemáticos, ni contar con estos arquitectos para legitimar operaciones urbanísticas de dudosa legalidad.
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