El cincuentón pesimista golpea de nuevo
Algunos amigos, alarmados por la comparación con el digno escritor suicida Bernhardt, me proponen que responda al señor director del Instituto de Robótica. Permítame que utilice sus páginas para disculparme por no hacerlo. El carácter aún incipiente de las ciencias cibernéticas produce artículos simpáticos, pero muy mediocres, como el que firma el androide mencionado, que deben ser disculpados. El terror se produce a partir de la selección incorrecta de rasgos del enemigo (servidor); de quien sólo toma el dato de cincuentón (mi reciente trasplante de hígado me pone apenas en los dos años), miembro de cierta progresía (impreciso, nunca he sido progresista sino rojo o de izquierdas) y pesimista (sólo por no aplaudir las agresiones que ha sufrido este pueblo en su lengua, territorio e identidad).
Con tales datos poco de provecho se puede escribir, aunque, ciertamente, si lo hace una máquina tiene su mérito. Si el artículo pretende refutar mis críticas al AVE, podría dar alguna razón en su favor. Si defiende la necesidad de 'proyectos ilusionantes para la ciudadanía' podría poner algún ejemplo de algo que no fuesen eso: ilusiones y mitos... Compararme con Bernhardt es una falta de respeto con él y una canallada conmigo que debe disculpársela a un robot. Sólo un robot puede acusar de odiar a Valencia a una persona que no ha encontrado nunca al director de robótica en las AAVV de Malva-rosa, Nazaret, Orriols, Vega Baixa... en la lucha por El Saler, el Cauce o El Cabanyal. El confuso final de la entrevista a que el avanzado robot alude no autoriza a considerarme pesimista. Soy más bien un inadaptado emergente, una parte cincuentona de los explotados, expropiados, extorsionados, expulsados, extirpados de lengua. Una persona que encuentra todos los días con rabia y esperanza gente joven que descubre dolor, estafa y mierda en las ilusionantes ilusioneces que les venden los ilusionistas.
Esta es una hermosa semana: se protesta contra la reunión del BAD, se ocupa una alquería para defender L'Horta, se sale a la calle para defender la Universidad de los ilusionistas ilusionantes y allí nos encontramos primorosos cincuentones no robotizados con nuestros alumnos, viendo parecidas playas bajo los asfaltos. Tenemos unos 20 o 30 años de expectativa de vida y la seguridad de que en esto de querer un pueblo libre, igualitario y habitable, con su progresiva robótica incluida, no nos van a jubilar anticipadamente.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.