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Reportaje:

Distancias electromagnéticas

Las ondas de una antena de telefonía móvil pueden dejarse sentir con más intensidad a 500 metros que en su radio más próximo

Las ondas de una antena de telefonía móvil pueden dejarse sentir con más intensidad a 500 metros que en su radio más próximo. Un estudio elaborado por un equipo de investigadores de la Universidad de Deusto sobre la contaminación electromagnética en el Gran Bilbao niega que la distancia resulte en sí misma determinante para prevenir contra la posible afección de estos repetidores. En su lugar, aboga por limitar su potencia y controlar el nivel de radiación existente en la calle, de la misma forma que se regula el exceso de ruido o la polución atmosférica.

'Sacar las antenas del casco urbano, como plantean algunos ayuntamientos, no es la solución correcta sino va asociada a otras medidas', asegura José Luis Gutiérrez, doctor en informática y director de este trabajo iniciado en febrero como respuesta al miedo ante estas instalaciones.

El análisis dibuja el paisaje invisible que forman las ondas de alta frecuencia producidas por las antenas de telefonía y las comunicaciones por radio. La labor investigadora aborda la situación de estas estaciones desde una óptica puramente técnica, por lo que deja al margen el debate sobre la posibilidad de que puedan ocasionar enfermedades.

Las conclusiones extraídas hasta la fecha se basan en el resultado de una serie de mediciones llevadas a cabo en un centenar de puntos de referencia. En cada uno, el equipo formado por dos profesores y dos becarios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto ha calibrado las radiaciones varias veces, siempre a pie de calle y al aire libre. Cualquiera de las muestras resulta representativa. Las mediciones revelan que el nivel de radiación oscila entre los 25 y 1 voltio por metro. Los valores más bajos se sitúan, en líneas generales, en las calles más cercanas a las azoteas en las que se encuentran emplazadas estas antenas. Por el contrario, algunos parques o zonas de paso relativamente alejados de estos repetidores son los entornos que presentan una mayor concentración de ondas electromagnéticas. Esto demuestra que las antenas construyen a su alrededor 'una especie de paraguas' que reduce el índice de radiación. 'La ubicación de las antenas y los niveles de radiación no siempre coinciden como la gente cree', relata.

En España no hay un índice máximo permitido, si bien el Ministerio de Ciencia y Tecnología trabaja en un tope de 61 voltios por metro. Este máximo resulta muy superior al techo de 6 voltios por metro de Italia o los 3 voltios por metro de Bélgica, un país de los más estrictos en este sentido. José Luis Gutiérrez apuesta por acotar el nivel de onda al estadio más bajo en el que se garantice el óptimo funcionamiento de los sistemas de comunicaciones.

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