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Reportaje:

Renovar el abono o morir

Organizadores de ciclos y responsables de teatros buscan modernizar el acceso del público a los espectáculos musicales

Jesús Ruiz Mantilla

Ese oscuro objeto de deseo que llaman abono vive tiempos de convulsión. Las entradas a largo plazo y en acumulación, es decir, pagadas a tocateja en una o dos veces, para algunos, se ha convertido en la causa de que muchos sectores sigan pensando que es el gran culpable de que no todos puedan disfrutar de algunos conciertos, óperas o recitales. Pero, por otra parte, es el mecanismo seguro para financiar ciclos, sobre todo, los organizados por promotores privados que necesitan vender todo de antemano para sobrevivir. Una cosa está clara entre algunas de las mentes ocupadas en llenar los teatros: 'Hay que renovar el abono y adaptarlo a los tiempos que corren'.

Lo clásico es escuchar en las reuniones de fuste: 'Yo, claro, tengo abono para la ópera'. Mientras, entre los que no se pueden permitir desembolsar entre 200.000 o 20.000 pesetas de golpe, lo habitual es que te digan: 'No he podido en mi vida conseguir una entrada para la ópera'. Para luchar contra esto, muchos organizadores de ciclos, responsables de gestión de los teatros de más fuste de España se han puesto manos a la obra con el fin de abrir ese coto, casi siempre subvencionado, que es el de los grandes escenarios de la música clásica. En su ánimo también estará el hacer que muchos paguen, porque entre los 5.632.275 de personas que acudieron a una sala en 1999, el 60,2% lo hizo gratis.

De las 5.632.275 personas que acudieron a una sala en 1999, el 60,2% lo hizo gratis
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Defensores privados

'La evolución de los hábitos culturales en España afectará a el abono', asegura Félix Palomero, director técnico de la Orquesta Nacional de España. 'Habrá que ver si la gente joven plantea su ocio a largo plazo, como lo hacen las generaciones anteriores a los que hoy son veinteañeros', se pregunta. 'Pocos están dispuestos a comprar ahora en primavera entradas para algo que empieza el próximo otoño'. Pero, como hay que pensar en el abonado como 'parte indispensable de los ciclos', reconoce Palomero, para captar o meter la miel en los labios a los que cada vez están acostumbrados a vivir con menos ataduras y agendas, plantea nuevas estrategias. Según él se acabó eso de esperar a que hagan cola desde la madrugada o se atasquen las líneas de la venta telefónica. 'En Estados Unidos, como el mercado es muy libre tienen desarrolladísimas las técnicas de marcaje personalizado a través de cartas, llamadas...'. La persecución del cliente, vaya, en plan cómprese un apartamento en la playa. 'Tenemos que demostrar al abonado que podemos dar un servicio más cómodo, una oferta que compatibilice plenamente cultura y ocio'.

Está bien que lo piense alguien que tiene su despacho en el Auditorio Nacional de Madrid, que es la sala de España que más público acoge al año: 486.511 personas ocuparon asiento en 1999, más del doble de la segunda sala, el Palau de la Música de Valencia, que acogió el mismo año a 213.592.

Madrid, Barcelona y Valencia son las ciudades que más público de música clásica tienen. Reúnen entre las tres ciudades al 40% del público, y en la Ciudad Condal, Joan Matabosch, director artístico del teatro del Liceo es uno de los culpables de que la cifra se incremente todos los años. La razón: una política de abonos que ha logrado que en dos años crezca un 96% la afluencia a su teatro. 'Los abonos tienen ventajas indispensables. Aseguran una ocupación mínima del teatro, pero también tiene desventajas flagrantes, como que toque en el reparto algún sitio que no sea bueno, lo que provoca en el espectador desmotivación', cuenta.

En el Liceo se diversifica la oferta. 'Ya que al abonado le agrada la idea de abonarse, pues se crean varios tipos de ofertas', dice Matabosch. 'Y todo va en función de los aficionados. Tenemos el abono tradicional, con casi todas las óperas de la temporada, el parcial, que incluye algunas óperas, algún ballet y algún concierto y el de reparto alternativo, en el que se reduce el precio un 50% y damos al público la posibilidad de asistir al mismo montaje, pero con cantantes jóvenes de poco nombre a los que así se da una oportunidad, de paso'.

A ese carro quiere apuntarse el Teatro Real de Madrid. Ésa es una de las principales novedades de la temporada que viene junto al incremento en un 37% de las entradas fuera de abono. 'Es para dar oportunidad de asistir al teatro a los que no quieren pagar toda la temporada', según cuenta Juan Cambreleng, su director gerente. Hasta ahora, las que se ofrecían fuera de abono en este foro no superaban, en el caso de las óperas, los espectáculos que cuentan con más demanda, lo que marcaba la ley, un 10% por cada función.

Parece que las ganas de abrir más las puertas del teatro van cuajando entre el equipo directivo de uno de los lugares que más han sido atacados por su exclusividad. 'A los nuevos públicos hay que darles cabida con precios más baratos. También dar oportunidad a los nuevos valores nos anima a hacerlo', asegura Cambreleng, que recalca también que en el teatro se ofrecen abonos a precio reducido a los menores de 25 años y disminuciones de hasta el 60% en las entradas de ballet para los profesionales y los jóvenes.

Colas ante las taquillas del Teatro Real.
Colas ante las taquillas del Teatro Real.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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