Putin logra una ley que reduce el número de partidos y refuerza al Kremlin
Su aplicación barrerá a la mayoría de las 188 formaciones políticas rusas
Las 1.600 enmiendas presentadas no lograron alterar el sentido del proyecto de ley que, si acaso, fue retocado para acercarse aún más a los deseos de Putin. Los partidos, para ser reconocidos como tales y participar en elecciones, deberán tener al menos 10.000 militantes registrados, con 100 como mínimo en la mitad de los 89 'sujetos' de la Federación Rusa (repúblicas, provincias y territorios).
La aplicación de la nueva ley supondrá la sentencia de muerte para influyentes partidos regionales que para sobrevivir tendrán que integrarse en otros de ámbito nacional y perder sus señas de identidad, además de gran parte de su poder.
La nueva ley barrerá a la inmensa mayoría de los 188 partidos actualmente registrados, aunque a las legislativas de diciembre de 1999 sólo se presentaron 28. Los comunistas, con unos 300.000 miembros, no tienen por qué preocuparse por su futuro, al menos a causa de esta ley. Al igual que Unidad, el partido del Kremlin, que además está en pleno proceso de convergencia con otros grupos (como el de Yuri Luzhkov y Yevgueni Primakov) que se han pasado con armas y bagajes al bando de Putin.
Entre quienes tendrán en cambio que ponerse las pilas para ajustarse a las nuevas normas se hallan los ultranacionalistas de Vladímir Zhirinovski, los agrarios y los dos principales grupos liberales: el de Grigori Yavlinski (Yábloko) y el de Borís Nemtsov y Anatoli Chubáis (la Unión de Fuerzas de Derechas, UFD).
La UFD experimenta una revolución interna, al estar formada por nueve grupos que estos días se están disolviendo. Hoy mismo ese conglomerado, que mal que bien ha funcionado como bloque en la Duma, celebra su congreso de reconversión en partido, que promete ser traumático y que ya se ha cobrado víctimas tan ilustres como el veterano disidente y ex defensor del pueblo Serguéi Kovaliov, que no encaja en la nueva estructura. No se descarta que la nueva UFD termine aliándose con Yábloko.
El intento de Putin de poner orden (en su provecho) en el marasmo de grupos políticos se completa con las atribuciones concedidas al Ministerio de Justicia para someter a escrutinio los estatutos, programas y listas de militantes de los diversos partidos. La ley regulará asimismo la financiación privada y pública de estas formaciones, la pública otorgada en función de los resultados electorales.
Putin alega que su objetivo es modernizar el sistema político y sacarle del caos. Sus críticos, como el diputado hoy independiente Vladímir Rizhkov, replican que 'ésta no es una ley sobre partidos, sino sobre el control gubernamental de los partidos'.
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