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Reportaje:

Un coro de pequeñas reclamaciones

Las quejas de los niños obligan a la Comunidad a cambiar la composición de la escolanía regional en el Auditorio

Vicente G. Olaya

María, de diez años e integrante del Coro de Niños de la Comunidad de Madrid, no para de llorar desde que se enteró, hace dos días, de que no iba a actuar en el Auditorio Nacional por 'falta de espacio'. Otros 60 niños como ella se encontraban ayer en parecida situación. ¿Y por qué ocurre esto? La respuesta es muy diferente según a quien se le pregunte.

La versión del Gobierno regional es que el problema surge cuando los responsables de la puesta en escena de la obra Requiem de guerra, de Benjamín Britten, que será interpretada los próximos 1, 2 y 3 de junio, toman la decisión de reducir a la mitad la participación de la escolanía regional en el concierto. La enorme expectación levantada por la actuación de la Orquesta y Coro Nacional de España hizo que se vendieran todas las entradas de la sala, por lo que el Auditorio decidió ocupar también las localidades que se encuentran detrás del escenario, justo en el lugar destinado para los más de cien chavales que componen Coro de Niños de la Comunidad. Ante la imposibilidad de que espectadores y cantantes ocuparan el mismo lugar, los responsables del concierto redujeron el número de chavales: de 120 a sólo 60.

Pero los responsables de la obra dan una versión muy diferente. La reducción del número de cantores infantiles se debe a que el director de la escolanía de la Comunidad decidió, por su cuenta y riesgo, dónde debía situarse a los niños en la sala. 'Y eligió un lugar, el de las tribunas, que no es el adecuado para esta obra, ya que las voces infantiles suenan demasiado cercanas al coro de los adultos. Además, las tribunas son abonos, por lo que no se puede desalojar a sus propietarios así como así', explican.

El siguiente problema que se les planteó a los responsables del coro fue cómo seleccionar a los afortunados que cantarían en el Auditorio Nacional. Decidieron descartar a los que no habían faltado más de una a vez a los ensayos de la obra en los últimos tres meses.

Pero la madre de María mostró ayer su disconformidad por la forma en la que se seleccionó a los chavales que actuarán en el Auditorio. 'Mi hija, por ejemplo, que sólo ha faltado a tres ensayos desde que éstos comenzaron antes de Semana Santa, no pudo acudir a todos por razones perfectamente justificadas. No entiendo cómo es posible que hayan hecho esto con la ilusión que tenía', señaló.

Esta mujer explica que los chavales iban todos los miércoles y sábados entre dos y cuatro horas a ensayar en un centro escolar del distrito de Fuencarral. 'Y algunos fines de semana también. Pero el premio a tanto esfuerzo y desvelo es ahora dejarles en la estacada. Mi hija no para de llorar y no sé qué decirle', afirma.

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El Auditorio Nacional no se hizo ayer responsable de este problema. Aseguró que la decisión había sido tomada por la Orquesta y Coros Nacionales de España. 'Nosotros somos el continente y ellos el contenido. Si nos dicen que vendamos tantas entradas, lo hacemos', dijo un portavoz del auditorio.

Sin embargo, la ONE tampoco se quiso hacer responsable ayer de la situación. 'Esta decisión la ha tomado el director del concierto, Georges Pehlivanian', señaló un portavoz. EL PAÍS pidió entonces hablar con el músico para aclarar la situación. 'No va a ser posible, porque no vendrá hasta unos días antes del concierto para ensayar', explicaron.

Pero sí lo hizo Felipe Palomera, director técnico de la Orquesta y Coros Nacionales de España. Palomera cree que el problema surgió cuando el director de la escolanía decidió por su cuenta y riesgo que los niños se situasen en la zona de las tribunas, demasiado cercana al coro de adultos. 'La obra requiere que los niños estén más alejados, porque sus voces deben sonar lejanas, y en la zona de las tribunas no da sensación de lejanía. Además, el director del coro infantil sabía que la obra sólo necesita 60 voces infantiles, porque las adultas son 100 y no pueden ser más que las del coro principal'.

Por su parte, la Consejería de Educación, responsable del Coro de Niños de la Comunidad, aseguró que 'todos los niños actuarán'. 'Y se nos ha ocurrido una solución: como el concierto se celebrará tres días, vamos a dividir a los niños en grupos. De tal manera que, por lo menos, todos actúen un día. Creemos que es lo mejor, porque todos no caben en el lugar que se les asignó'.

Acercar la música

María José Corredor, coordinadora del área musical de la consejería, señala que el fin del coro infantil no es participar en actuaciones, 'sino acercar la música a los niños'. 'Ellos saben que hay obras en las que no todos pueden participar'. De todas formas, reconoció que había sido un error decirles a los niños que sólo actuarían los que no hubieran faltado a ningún ensayo.

Pero los padres de los niños cantores no se muestran del todo de acuerdo con la solución de rotar a los chavales en las tres representaciónes, máxime cuando ya han adquirido las entradas para ver a sus hijos. 'Si yo tengo entradas el día 1, por ejemplo, y mi niña actúa el 2, ¿qué hago?'.

La Consejería de Educación asegura que en la próxima reunión del coro hará coincidir las entradas de los padres con el día de actuación de los niños.

Félix Palomera cree también que la solución es la rotación de los chavales en los tres conciertos, 'pero nunca más de 10 o 20 chavales, porque la base del coro debe ser siempre la misma'. 'Pero eso lo decidirá el director de la obra [George Pehlivanian] cuando comience los ensayos el próximo martes. Hasta entonces todo son suposiciones', concluyó.

Padres y niños están a la espera, mientras Educación insiste en que todo se solucionó ayer y que 'los padres están encantados'.

Ensayo de un coro en el Auditorio Nacional en 1998.
Ensayo de un coro en el Auditorio Nacional en 1998.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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