Los trabajadores de Marks Spencer se unen en defensa de sus empleos
17 españoles entre los 1.000 empleados de la manifestación de Londres
La concentración de ayer fue dura. Lluvía, viento y frío constantes que, sin embargo, no restaron brillo a la protesta. Con bolsas de M & S a modo de chalecos impermeables, los manifestantes gritaron consignas contra la empresa animados por las bandas de música de los sindicatos británicos. Desde las ventanas de la sede central, los empleados británicos, a quienes M & S no reconoce el derecho de sindicación, saludaban y apoyaban la rebeldía de sus colegas del continente.
Pero Pilar Rodríguez, una de las trabajadoras más veteranas de los grandes almacenes en España y que ayer acudió a Londres, da parte de la batalla por pérdida. 'No van a dar marcha atrás. El cierre es seguro y no habrá ningún retraso en la fecha prevista, finales de año como límite', explica sin contener la rabia. A diferencia de sus compañeros europeos -los 4.000 empleados afectados por el inminente atrincheramiento de M & S en el Reino Unido, anunciado en marzo pasado-, los 786 trabajadores españoles ven el futuro con cierta confianza. 'La plantilla está inquieta de perder el puesto de trabajo, pero las negociaciones con la dirección avanzan bien y no saldremos con las manos vacías', afirma.
La subrogación o preserva de los derechos laborales de la plantilla española es el objetivo inicial de la negociación que, según Emilio Durán, de CC OO, M & S ya ha aceptado. Pero llevarlo a la práctica implicaría la venta de los establecimientos a un tercer agente y, de momento, sólo hay rumores. 'Aunque la venta no está asegurada, M & S apuesta por la subrogación. Y estamos a punto de conseguir la máxima indemnización que contempla la ley. Hay buena disposición en la dirección y confiamos en cerrar este mes la negociación', confirma Rodríguez.
La plantilla europea siente rabia, no sólo porque sus empleos corren peligro, sino porque M & S mantuvo las espectativas vivas hasta el día del anuncio de cierre. 'Un mes antes nos dijeron que todo iba bien', recuerda Rodríguez. Por ello, el viaje a Londres se orientaba a reivindicar el derecho del trabajador a ser consultado e informado sobre restructuraciones que afectan a su futuro laboral.
Fue la dirección quien arrojó un ofensivo jarro de agua al declarar, en un comunicado, que la manifestación 'no es productiva ni beneficiosa'. 'Comprendemos los sentimientos de nuestros empleados europeos. Pero tenemos que contener las pérdidas en el continente, cerca de 100 millones de libras (unos 26.000 millones de pesetas) en los último tres años', señaló.
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