'Resurrección' del pasado en Nicaragua
Las autoridades investigan la identidad de los restos hallados en un fosa común del tiempo de la revolución sandinista
La aparición de cuatro osamentas humanas en una fosa común en las cercanías de lo que fue un cuartel de la Guardia Nacional ha despertado temores y esperanzas enterradas desde 1979, cuando la revolución popular derrocó al dictador nicaragüense Anastasio Somoza.
La pasada semana, las palas chocaron con los huesos de al menos cuatro personas, a apenas 40 centímetros de profundidad, cuando abrían una zanja en las instalaciones de la empresa Nicaragüense de Telecomunicaciones en Masaya (29 kilómetros al sudeste de Managua).
Tres de los esqueletos se encontraban envueltos en mantas grises y vestían uniforme militar. El cuarto llevaba ropas civiles. Al menos dos de las camisas presentaban perforaciones que aparentemente pudieron ser producidas por bala.
En la fosa también se han hallado casquillos de rifle y varias vértebras y otras piezas óseas, por lo que no se descarta que en el mismo lugar se hayan enterrado más cadáveres.
Tras un primer reconocimiento, el médico forense encargado del caso, Luis Jarquín, se aventuraba a fijar la fecha de la muerte y enterramiento en 1979 o 1978, aunque prefería esperar a los resultados de los análisis que se están realizando en el Instituto de Medicina Legal para ser más concluyente, según declaró a la prensa local.
Los exámenes, que se prevé finalicen esta semana, también determinarán datos como la edad, el sexo o las causas de la muerte, que podrían ayudar a la identificación de los restos mortales.
¿Sandinistas o somocistas?¿Serán los cadáveres de revolucionarios, prisioneros en el cercano cuartel y asesinados por la Guardia Nacional antes de huir ante el avance de las tropas sandinistas? ¿O serán miembros de la fuerza somocista ajusticiados tras el triunfo de la revolución?
Por ahora, todo son conjeturas: uno de los uniformes mostraba una insignia con la leyenda "US Army", lo que parece apuntar a que los restos pertenecen a miembros del Ejército somocista, que fue apoyado por Washington durante el alzamiento popular.
Pero el resto de los uniformes no tiene grabado el nombre de su propietario, como era usual entre las filas del dictador. La única pista que hasta ahora puede despejar algunas dudas es un carné hallado en un bolsillo de uno de los uniformes. Se encuentra en muy mal estado, pero en él puede leerse un apellido: Quintana.
Las madres de los detenidos y desaparecidos durante la revolución han recobrado la esperanza de poder dar sepultura a sus vástagos.
Los críticos más acérrimos del sandinismo esperan a que se confirmen las sospechas de que haya sido un ajusticiamiento de Guardias Nacionales, algo de lo que siempre se acusó al régimen revolucionario pero nunca se probó.
A raíz del hallazgo, un periódico local publicaba parte del contenido de varios telegramas confidenciales enviados a su capital por el entonces embajador estadounidense en Managua, Lawrence Pezzullo, durante los primeros días tras el derrocamiento de Somoza.
En los mensajes, desclasificados a principios de los ochenta, Pezzullo comunicaba que había recibido informaciones sobre violaciones de los derechos humanos por parte del nuevo régimen, como "numerosas ejecuciones, faltas graves y desapariciones". "No ha sido posible verificar estos reportes", continua el texto, "pero hay suficiente información que indica que la situación es seria".
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