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La palabra 'emburqada'

En EL PAÍS del 4 de mayo una foto en portada recoge el momento en que la presidenta del Parlamento Europeo presenta a tres activistas afganas que han conseguido llegar emburqadas hasta el alto organismo para reclamar y por fortuna recibir apoyo. Un hito en la lucha de los derechos humanos y de las mujeres, el colectivo más extenso en el panorama del maltrato y la pobreza mundial. Lo captado por la cámara conmueve. La presidenta europea alza el brazo de una de ellas con su brazo izquierdo, pero sólo hasta la altura de los hombros, gesto de triunfo muy comedido que ilustra el valor épico-heroico de sus protagonistas. Nicole Fontaine esboza una sonrisa y su mirar consciente, penetrante, se dirige al horizonte público que nos abarca a todos los lectores, por la posición que ella ocupa. Sus dos manos estrechan enérgicamente a la vez que protegen la mano derecha de esa mujer clausurada en ropa azul-océano y desposeída de nombre y de mirada. Entonces observamos que la mirada de la presidenta se desdobla en dos, que su rictus transmite con leve y solapado temblor la temperatura de dolor y humana dignidad que reclama al mundo la líder oculta. Sin duda hay otra consciencia en el temblor de Fontaine: la dificultad que se avecina tras la promesa de ayuda. Y surge la pregunta ¿van a mantener en el Parlamento Europeo como interlocutoras a las que suponemos miembros de Rawa, cuya práctica política contra el fundamentalismo desde 1977 consiste en resistir, investigar crímenes, denunciarlos con riesgo para sus vidas, pronunciarse pacíficamente, mantener un equipo móvil de salud y alfabetizar a mujeres (solo el 15% sabe leer), a niños y niñas, especialmente a aquellos que la guerra ha dejado en situación de orfandad? Mas, ay... ¡son tan importantes las naciones europeas que venden armas a una de las dos facciones fundamentalistas, jehadis y talibán, en guerra fratricida! Facciones enfrentadas que sin embargo mantienen un objetivo común: el femicidio, la separación de sexos, porque las mujeres no pertenecen a lo humano y merecen la privación total de libertad y derechos.

El verdadero cambio de paradigma acaecido en el siglo XX ha sido la paulatina llegada de las mujeres a todos los lugares de la sociedad, fruto de la lucha feminista por los derechos de las mujeres, lograda en muchos países. Algo que aún no estamos en condiciones de medir ni evaluar, según le escuchamos hace poco a Anthony Giddens, debido a la diversidad y magnitud de transformaciones lentas que vienen operándose por esta causa en todos los espacios de la vida personal, familiar, civil, política, laboral, cultural y económica, y donde intervienen procesos fundamentales de orden económico, político y social. Asistimos al desplazamiento de milenios de cultura patriarcal y el proceso de eliminación de las múltiples formas de opresión femenina marca, incluso, la agenda en foros mundiales. Pero existen pavorosas reacciones, que convierten en heroica la lucha del feminismo democrático en el mundo árabe contra un fascismo sin precedentes en su historia.

El estrechar político de manos entre dos mujeres, la presidenta del Parlamento Europeo y las emburqadas afganas, no es fraternal, propio de hermanos, sino soral, propio de hermanas. Y lo es en uno de los casos más extremo y oculto de cuantos acaecen en el panorama geopolítico actual. Unamuno, en la Tía Tula, contribuyó a dejar un oportuno debate encima de la mesa que el feminismo sólo ha podido proseguir en su interior: 'Se nos dirá que sororidad equivaldría a fraternidad, mas no lo creemos así (...) Hablamos de patrias y sobre ellas de fraternidad universal, pero no es una sutileza lingüística el sostener que no pueden prosperar sino sobre matrias y sororidad. Y habrá barbarie de guerras devastadoras, y otros estragos, mientras sean los zánganos, que revolotean en torno de la reina para fecundarla y devorar la miel que no hicieron los que rijan las colmenas'.

Los talibán son huérfanos incultos, alimentados de misoginia e intoxicados de fanatismo en los seminarios fundamentalistas, dijo Sabira Mateen, la joven y mesurada líder de Rawa que participó en el Congreso Internacional de Audem en la Universidad de Alicante la pasada semana. Soral, como sororidad, o soridad, según se adopte o no el intento de modulación castellana del vocablo, son palabras emburqadas que sólo prosperarán si se aprecia la necesidad de nombrar lo acaecido desde la realidad que trasciende el gesto político. Femicidio es otro sustantivo enfundado que necesita luz y taquígrafos, valor de nombre que visibiliza un país femenino de sufrimiento y agonía. Si la Comisión Europea mantiene como instancias interlocutoras al feminismo pacifista y político de Rawa, estaremos ante otro hito capaz de desplazar el rostro más retrógrado del patriarcado religioso fundamentalista.

A todo esto ¿quiénes eran las afganas en la Comunidad Europea? El pie de foto en EL PAÍS inducía a pensar en la necesidad de mantener la identidad oculta, pero ¿eran miembros de las organizaciones humanitarias de mujeres Awc y Hawca, que ya han tenido presencia en nuestro país y han sido galardonadas por su labor, y que desde luego deben ser escuchadas? ¿o eran miembros de Rawa? El precedente abierto por Francia al recibir en visita a Masood ha sido avisado como un signo sospechoso y altamente preocupante desde esta organización. Rabbani, Khalili, Dostum y otros criminales de la Alianza Norte también han sido reiteradamente denunciados por Rawa. En las pancartas que levantan en sus manifestaciones en Paquistán ellas exhiben los rostros de estos fanáticos tachados con la palabra wanted. Rawa es el único grupo que se reconoce feminista y político, más de dos mil activistas sobreviven, retan y combaten en él a favor de la democracia desde que Meena, una trabajadora social, lo fundara al grito de 'Soy la mujer que ha despertado'. Hoy actúan desde cambiantes sedes clandestinas en Paquistán.

La política es el arte de lo posible, sí, pero no se consideran posibles e imposibles las mismas cosas si participamos de un continuismo patriarcal de interlocutores en la resolución de conflictos. Gravísimo error supondría creer que, tras un circunstancial lavado de cara en los mass media europeos, ese Masood, cabecilla ejecutor de la Yihad que asoló Kabul entre 1992 y 1996, puede ser hoy considerado alternativa para los diez millones de mujeres que sobreviven a un peligro diario de soledad, pobreza, prostitución y aniquilamiento bajo el régimen talibán, pero que con los jeddi, que Masood capitanea, ni tan siquiera podrían optar entre lo malo y lo peor. ¿Prosperarán las alternativas propuestas por Rawa? Son éstas: despliegue de una fuerza de paz internacional, desarme de las facciones fundamentalistas, regreso del viejo rey, por títere que sea, pues al menos se rodeaba de gentes cultas y dejaba vivir, recuerdan. De emprenderse todo esto y adquirir más alto alcance simbólico como documento el hermoso gesto soral de la presidenta europea, acaso por pura necesidad de rigor interpretativo, también asistiríamos a cierto desvestir palabras de los burqas simbólicos y sinsentido que las han inmovilizado inmerecidamente.

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Margarita Borja es directora del Teatro de las Sorámbulas. sorambulas@inicia.es.

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