El asesino de Kentucky
Un misterioso hongo diezma las cuadras donde se crían miles de purasangres
La victoria de Monarchos el pasado 5 de mayo en el Derby de Kentucky, una de las carreras más célebres del mundo, debería haber sido la gran noticia hípica de la temporada. Pero en Kentucky, por una vez, el Derby no es lo más importante. El Estado sureño, donde se crían miles de purasangres, asiste con angustia a una misteriosa epidemia que mata a los potrillos recién nacidos y causa abortos entre las yeguas. Las pérdidas se estiman en cientos de millones de dólares, sin contar el daño emocional en un negocio basado más en las pasiones que en los beneficios.
El jueves, más de mil criadores y veterinarios se congregaron en el Centro de Diagnóstico para el Ganado de la Universidad de Kentucky para saber qué habían averiguado los científicos sobre la enfermedad. Y sólo obtuvieron una denominación: el mal ha sido bautizado como 'síndrome de la pérdida entre las yeguas reproductoras'. Por lo demás, los especialistas siguen sin saber por qué 382 yeguas han abortado en las dos últimas semanas. Se sospecha que se trata de un hongo tóxico crecido en la hierba, la famosa bluegrass de Kentucky, a causa de una larga sequía seguida de una helada tardía. El hongo causaría, según esa hipótesis, desequilibrios hormonales en las yeguas. Pero el supuesto hongo no ha sido identificado y los criadores se desesperan.
El senador Mitch McConnell es el primer firmante de una carta, suscrita por todos los parlamentarios del Estado, en la que ruegan al Departamento de Agricultura en Washington que ofrezca 'toda la ayuda posible'. 'Una significativa pérdida de potrillos sería desastrosa para esta industria', se decía en la carta. La enfermedad, que afecta tanto a las yeguas inseminadas el año pasado (la gestación dura 11 meses) como a las de embarazo reciente, y mata también a las crías, ha traspasado las fronteras del Estado caballar por excelencia y se han registrado casos en territorios contiguos de Illinois y Ohio.
En Kentucky se crían unos 10.000 purasangres al año, un tercio del total de los producidos en Estados Unidos. La calidad de los caballos es máxima, y los precios están en consonancia. Taylor Made, una de las más prestigiosas cuadras de sementales, ingresa anualmente unos 33 millones de dólares (6.000 millones de pesetas) en concepto de inseminaciones.
Una dosis de esperma de sus mejores caballos puede costar hasta 400.000 dólares (más de siete millones de pesetas.) Pero en la actual temporada de cría, que comprende los meses de mayo y junio, los ingresos de Taylor Made se reducirán en un 50%, como mínimo, ya que la inseminación no se cobra si el potrillo no nace sano. Y los aseguradores no quieren suscribir pólizas mientras se mantenga la incertidumbre sobre la enfermedad.
El circuito internacional de las competiciones hípicas arrastra desde hace años un déficit de caballos de calidad, y la crisis de Kentucky agravará la falta de animales, además de disparar los precios durante mucho tiempo. La cría de purasangres factura en Kentucky unos 900 millones de dólares al año (165.000 millones de pesetas).
'Las pérdidas son millonarias, quizá al final se contarán en muchos cientos de millones, porque todo el mundo está afectado', comentó Craig Bandoroff, propietario de la cuadra Denali Stud. Bandoroff, por ejemplo, había puesto muchas esperanzas en un potrillo hijo de Seattle Slew, ganador de la Triple Corona en 1977 y uno de los sementales más reputados del mundo; pero el potrillo nació muerto.
Propietarios de todos los continentes tienen sus caballos en Kentucky, por la fama alimenticia de la hierba bluegrass y por el nivel técnico de las cuadras. Esos propietarios, ahora, están evacuando a los animales por temor al contagio. 'Nosotros mismos les recomendamos que se los lleven, porque somos incapaces de ofrecer garantías', explicó Edmond Hogan, dueño de la cuadra Gaulstown Stud.
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