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Reportaje:PANORAMA | NACIONAL

El Partido Popular aparca la limitación de mandatos

Nada es oficial, nada está formalmente decidido. Pero la reflexión política está hecha y asumida en la dirección del PP: Alberto Ruiz-Gallardón será de nuevo su candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas del año 2004.

El caso de Gallardón no es el único. El partido del Gobierno ha decidido no aplicar la limitación de mandatos en el caso de los presidentes autonómicos ante el riesgo de unos inciertos resultados que podrían poner en peligro el poder autonómico del PP.

Éste es el caso de los presidentes de las comunidades de Murcia, Madrid, Galicia y Valencia. El PP maneja encuestas que le inclinan a apostar por candidatos seguros y rodados en el poder. Hay incluso quien piensa que Aznar, si no se hubiera comprometido tan pública y rotundamente, hoy se replantearía su decisión de no pedir un tercer mandato.

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La abierta disponibilidad del polémico presidente madrileño a 'aceptar lo que me pida el Partido' tiene además una decisiva clave interior, indispensable hace tan sólo unos meses. Y es que la petición 'del Partido' no es sino una propuesta personal del mismísimo José María Aznar.

El mensaje del presidente del Gobierno le llega a Ruiz-Gallardón cuando apenas había digerido el veneno de una información, filtrada desde Génova 13, según la cual 'Aznar pedirá a todos los presidentes autonómicos del PP que vuelvan a ser candidatos, menos a Ruiz-Gallardón'.

La proximidad gubernamental de El Mundo determinó al 'proscrito' a manifestar su abierta queja a Javier Arenas: '¡Podíais haber sido más discretos!', se dolió Gallardón. Para su asombro y desconcierto, el secretario general del PP, que coincidía con el presidente madrileño en la ejecutiva del partido que celebraba hace un mes en Bilbao, le respondió con un enigmático mensaje: 'Nada de eso, todo lo contrario; ya hablaremos'... Y hablaron unos días después. Ruiz-Gallardón recibió otro mensaje de Arenas, esta vez claro y sin rodeos: 'El presidente me ha encargado que te llame y te plantee la necesidad de que vuelvas a ser el candidato a la Presidencia de Madrid, que quiere tu respuesta afirmativa'. Gallardón trata de disimular su sorpresa con un escueto 'reflexionaremos'; mientras ordena las ideas y percibe con nitidez que sus posibilidades políticas, casi cerradas hasta ese momento, se reabren de nuevo inesperadamente. Ni pellizcándose para salir del sueño hubiera podido imaginar que sería el propio Aznar quien iba a contribuir de forma tan decisiva a espantarle las tentaciones de abandonar, de tirar la toalla, de recluirse en su despacho de abogado a los cuarenta años. Tentaciones a las que el díscolo presidente madrileño había sucumbido compulsivamente en los últimos meses y tan sólo vencidas por esa prueba de fuego que consiste en asomarse al precipicio de la nada y sentir su vértigo: 'Eso de irse a casa y tal suena muy bien, pero Alberto se abriría las venas, y desde luego no seré yo quien lo permita'.

La fecha de la autopostulación queda lejos y conjurados quedan los tiempos aciagos del aislamiento político en el que ha vivido Ruiz-Gallardón desde aquel mal día en el que hizo pública su decisión de autopostularse para suceder a Aznar. O aquel otro en el que la mayoría absoluta del PP le hizo imaginar que no le quedaba en su propio partido un lugar bajo el sol. Ahora son muchos los compañeros de Ruiz-Gallardón, fuera y dentro del Gobierno de Aznar, que coinciden en señalar que su posición ha cambiado: 'Ruiz-Gallardón está en un momento de máxima comodidad y los resquemores y las desconfianzas se han ido diluyendo', asegura uno de los miembros del Gobierno más próximos al presidente.

Los sondeos internos que maneja el PP le garantizan a Gallardón una nueva y cómoda victoria, pero hablan de peligrosos riesgos, que podrían implicar incluso la pérdida del poder en la Comunidad de Madrid si se aventuran con otro candidato. Un riesgo que no desea asumir, en modo alguno, el propio Gallardón. Su eventual responsabilidad, por inhibición, en el desastre le situaría fuera de la política. Esta vez de forma involuntaria, pero irreversible.

Día clave

Y está claro que Alberto Ruiz-Gallardón no quiere verse fuera de la política. Ahora menos que nunca. Sin duda por eso hoy, día 13 de marzo, es para él una fecha clave, aunque la va a vivir en una insoportable esquizofrenia: deseando la victoria de Mayor Oreja en el País Vasco y temiendo que la consolidación de su liderazgo le proclame como virtual sucesor de Aznar. 'No sé si algún día Alberto será presidente del Gobierno, pero lo que sí sé seguro es que es un fuera de serie, todo un lujo que no podemos desaprovechar', afirma su padrino en La Moncloa. Con él nadie duda de que Ruiz-Gallardón ha vuelto a colocarse en el punto de partida en la carrera por el poder en el PP. ¡Qué lejos queda su despacho de abogado y el vértigo del abismo! (Claro que Felipe González ha podido echarle todo a rodar. Ha afirmado, públicamente, que el único candidato que le preocuparía frente a Rodríguez Zapatero es precisamente Alberto Ruiz-Gallardón).

Todos los presidentes autonómicos del PP van a repetir candidatura, salvo error u omisión. El valenciano Zaplana se ha visto obligado a vencer su resistencia a repetir con un argumento contundente: él quiere ser ministro, cuando sea, y la presidencia de la Comunidad Valenciana es un balcón privilegiado para que se le vea bien.

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