Resistencia industrial en Can Batlló
Las pequeñas industrias del polígono se oponen al proyecto urbanístico porque las olvida
Los vecinos de Can Batlló ven el final del túnel y después de 25 años están a punto de conseguir que la recalificación de los terrenos de la antigua fábrica textil de La Bordeta, en Barcelona, no afecte a sus viviendas, de las que el 97% se consolida como zona residencial. El proyecto que Can Batlló destina a zona verde y equipamientos sociales se aprobó en el Ayuntamiento hace un año y acogerá también unas 500 viviendas de nueva construcción, la mitad de ellas de protección oficial. Pero el proyecto supone, igualmente, el fin para muchas pequeñas industrias que durante años han trabajado en Can Batlló.
El Plan General Metropolitano de 1976 no tenía en cuenta las 160 viviendas y los 470 vecinos que residen entre las calles de Constitució y Parcerises. Can Batlló, una fábrica textil que destacó en la historia industrial de Barcelona, es una superficie de 170.000 metros cuadrados entre la Gran Via de les Corts Catalanes y el barrio de La Bordeta, en el distrito barcelonés de Sants-Montjuïc. Una gran pastilla de terreno en medio de un barrio de alta densidad demográfica destinado a zonas verdes y equipamientos.
En Can Batlló trabajan 213 empresas, aunque no existe un registro oficial. En la nave central, la número 8, de 20.000 metros cuadrados, hay unas 51. Esta nave queda fuera del proyecto en su primera fase, que se realizaría en cinco años. La mayoría de estas empresas son pequeños talleres de maquinaria y artes gráficas, que dan trabajo a 2.000 personas. La Asociación de Defensa de los Intereses de los Inquilinos de Can Batlló se opoen al proyecto porque las olvida y pide que se les facilite el traslado en algún lugar del área metropolitana. La coordinadora de vecinos ha propuesto que estas empresas se ubiquen en las plantas bajas de los nuevos edificios si su actividad no es molesta y es compatible con el núcleo residencial.
Josep Maria Vilanova, arquitecto del proyecto de Can Batlló, explica que el plan de actuación prevé la vía de la cooperación con los actuales propietarios del terreno, el 80% del cual pertenece a la Inmobiliaria Lles. El Ayuntamiento gestionaría la transformación de Can Batlló, con un presupuesto inicial de 3.000 millones de pesetas que imputaría después a los propietarios, aunque también se prevé la expropiación.
Este último proyecto no establece espacios para suelo industrial y la situación pone en peligro el futuro de las 213 industrias del recinto. Algunas de ellas están instaladas en el barrio desde hace 32 años. El plan destina también 50.000 metros cuadrados a un gran parque, que acogerá la nave central, la chimenea y la torre de aguas, parte del patrimonio industrial de Can Batlló. En cuanto a equipamientos públicos, se reserva un recinto de 11.500 metros cuadrados. Vilanova anunció que se conservará también una pequeña nave de 1.700 metros cuadrados por su interés histórico. Un total de 18.000 metros cuadrados se reservarán para oficinas y un hotel.
Según un estudio de la Coordinadora de Urbanismo de Sants, Hostafrancs y La Bordeta, las necesidades sociales más urgentes en el barrio son los equipamientos para la tercera edad y discapacitados. La coordinadora de vecinos destaca también la carencia de zonas verdes, el déficit de guarderías y de espacios para jóvenes.
No fue nada fácil que los representantes vecinales y el Ayuntamiento llegaran a un acuerdo sobre un proyecto, que ha sufrido bastantes modificaciones. La solución final, además, tampoco es del gusto de todos. Así quedó de manifiesto en unas jornadas celebradas en Sants el pasado mes de abril a las que asistieron arquitectos, historiadores, economistas, geógrafos y vecinos, convocados por la Coordinadora de Urbanismo de las asociaciones vecinales. Historiadores y arquitectos criticaron la política de gestión del patrimonio industrial del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat. El arquitecto Antoni Vilanova propuso Berlín como modelo de rehabilitación del patrimonio industrial 'una ciudad que ha sabido recuperar estos espacios con un resultado de calidad'. Todos criticaron el modelo de Can Batlló.
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