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Columna
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Pluralismo en Euskadi

Se ha convertido ya en lugar común afirmar que Euskadi y Navarra son sociedades plurales. Conviene aclarar qué se quiere decir cuando se utiliza este concepto, distinguiendo entre su dimensión descriptiva y su dimensión valorativa. Toda sociedad compleja es, por eso mismo, una sociedad plural, pues en su seno aparecen y se desarrollan diversas formas de diferenciación social. En demasiadas ocasiones, se dice que Euskadi o Navarra son sociedades plurales como si tal cosa fuera sinónimo de sociedades pluralistas. ¿Cómo no vamos a ser pluralistas, con lo plurales que somos? Sin embargo, una sociedad plural no es, por eso mismo, una sociedad pluralista. La constatación de la pluralidad vasca y navarra no nos exime de considerar con seriedad la realidad o no del pluralismo en estas sociedades, evitando cualquier atisbo de autocomplacencia. (Por cierto: lo mismo cabría decir de España). Pero de ahí a sostener, como Enrique Gil Calvo en este diario el 30 de abril, que Euskadi es una sociedad incivil, media un abismo.

Siguiendo a Peter Berger, el pluralismo se caracteriza por la coexistencia dentro de una misma sociedad de grupos diferenciados en un clima de paz ciudadana. Hablamos de coexistencia, es decir, de un determinado grado de interacción social, no de simple yuxtaposición. Son muchas las sociedades en las que la ausencia de violencia entre sus diversos grupos sociales se sostiene, precisamente, en la ausencia de interacción entre ellos. Esta ausencia de interacción está basada en la construcción de barreras a las relaciones sociales, barreras del precepto erigidas para proteger al grupo de las consecuencias del pluralismo. ¿Cuáles son estas consecuencias? La mezcla de estilos de vida, de valores y de creencias, la contaminación mutua. De ahí que el pluralismo sólo puede darse en sociedades donde los vecinos no encuentran barreras que los separen, pudiendo de este modo establecer todo tipo de asociaciones recíprocas. Pero, además, el pluralismo presupone la existencia de múltiples asociaciones voluntarias e inclusivas, es decir, abiertas a la posibilidad de afiliaciones múltiples.

Como señala Giovanni Sartori, la existencia o no de líneas de división entrecruzadas es el mejor indicador de pluralismo social. Esto es así porque este entrecruzamiento de afiliaciones neutraliza los efectos negativos de las mismas, cosa que no ocurre cuando las líneas de división o las afiliaciones se suman y se refuerzan unas a otras. Desde esta perspectiva, no cabe duda de que Euskadi es una sociedad pluralista. Otra cosa es lo que está ocurriendo en el ámbito político. ¿Está en Euskadi el pluralismo comunitario haciendo las veces de pluralismo político? Según Alain Finkielkraut, tal era la situación en Bosnia-Herzegovina durante las elecciones de 1996. 'Los croatas saben por quién votar. Los serbios saben por quién votar... Y usted, lo sabe?' Este era el mensaje que recibían los bosnios musulmanes, recordándoles la importancia de votar antes como miembros de una comunidad diferenciada que como ciudadanos de una sociedad plural. Sin alarmismo, pero creo que también por aquí se está pretendiendo, consciente e inconscientemente, hacer pasar por defensa del pluralismo político y social lo que no es sino un pluralismo comunitarizado (aunque sea vestido con los ropajes del constitucionalismo).

La reacción generalizada, salvo EH, tras el asesinato del presidente del PP de Aragón, Manuel Giménez Abad, es el mejor indicador de ese pluralismo. Pues vaya una cosa, podemos pensar. Muy bien, pensémoslo si con ello estamos revelando la sentida necesidad de profundizar en el pluralismo. Pero no caigamos en el profundo error de mantener, consciente o inconscientemente, ese modelo de identidad en la derrota (Caro Baroja) que ha caracterizado a la sociedad vasca durante tantos años: en unos casos por preferir la inviabilidad de una identidad estática a la 'traición' de una identidad dinámica; en otros, por pensar que, en el fondo, la identidad de la sociedad vasca es precisamente la imposibilidad de hacer crecer el pluralismo sobre el terreno de la pluralidad.

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