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Columna
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Attac ataca

En diciembre de 1997, la edición española de Le Monde Diplomatique publicó un editorial que fue profético. Su autor, Ignacio Ramonet, describía en él sucintamente de qué manera la globalización económica -controlada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC)- se había convertido ya en un Estado virtual (carente de territorio, de sociedad, de elecciones y de parlamento), que dejaba sin poder efectivo a las sociedades reales. Tras constatar que 'si se quiere evitar que el mundo del próximo siglo se transforme en una jungla donde los predadores impongan su ley' los ciudadanos tienen el derecho y el deber de neutralizar al poder financiero -no votado por nadie-, Ramonet se refirió a la denominada tasa Tobin, llamada así en nombre del economista estadounidense que, en 1972, propuso gravar con un 0,1% las transacciones especulativas. 'La tasa Tobin', añadió, 'lograría anualmente unos 166 mil millones de dólares, dos veces más que la suma anual necesaria para erradicar la pobreza extremada de aquí al comienzo del próximo siglo'. Y terminó lanzando el siguiente el reto: '¿Por qué no crear (a escala planetaria) la Organización no Gubernamental Acción por una Tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos (Attac)? En coordinación con sindicatos y asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas, podría funcionar como un formidable grupo de presión cívica ante los gobiernos para impulsarles a reclamar finalmente la puesta en marcha efectiva de este impuesto mundial por la solidaridad'.

Attac inició en Francia su andadura y en poco tiempo se propagó como la pólvora por los cinco continentes. La globalización inhumana que nos ha impuesto el liberalismo -creadora de miseria, desempleo e incesantes oleadas migratorias de desheredados- tiene ahora una imagen especular y humana: el objetivo de esta otra globalización es compartir la riqueza y devolver a los ciudadanos la voz que les robaron las multinacionales con la ayuda de políticos complacientes. Attac no es un partido, nadie cobra por participar, sus cargos tienen una duración limitada, no admite dinero de nadie, rechaza la violencia como método de solucionar conflictos y sus decisiones se toman en asambleas.

Attac-España nació de forma oficial el pasado 30 de marzo en Barcelona, con la participación de delegaciones de Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla-León, Catalunya, Galicia, Madrid, Mallorca y el País Valenciano. A estas alturas, andaluces, catalanes y madrileños tienen ya incluso una página web y envían gratuitamente por correo electrónico a los militantes el periódico antiglobalizador El Grano de Arena (informativo@attac.org).

La semana pasada J. J. Pérez Benlloch daba en el blanco al afirmar en esta página que los salvem son 'la más novedosa y progresista variante de participación cívica y de lucha por la calidad de vida' que hay en Valencia. Pues bien, desde aquí invito a todos los salvem a conectar con las páginas internéticas de Attac (http://attac.org/indexes.htm) para que comprueben que no están solos: cientos de miles de ciudadanos a través del mundo desean ayudarlos. Su arma es la palabra y, con la palabra, Attac ataca.

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