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Reportaje:

Los niños rescatados

Menores brasileños que vivían en la calle recorren pueblos de Málaga para denunciar la desprotección de la infancia

Naldo fue un menino da rua, un niño de la calle. Uno más de los 350 que se estima que hay en la ciudad brasileña de Fortaleza. Durante un año sobrevivió vendiendo bolsas, actividad que la mayoría de los días apenas le alcanzaba para llevarse a la boca un zumo y un trozo de pan. Hoy es el representante de los más de 2.000 críos que siguen hundidos en la marginación y expuestos a las drogas y la prostitución en las calles del estado de Ceará.

Con 16 años, su madurez no pasa inadvertida: 'Mi vida ha cambiado bastante. Ahora soy consciente de que tengo que luchar por mis derechos; cosa que muchos meninos no saben'. Naldo es uno de los niños rescatados de la calle por el Movimiento Nacional de Meninos y Meninas da Rua (MNMMR) de Brasil y la Casa de Andalucía en Fortaleza.

Este centro, financiado por la Diputación de Málaga y ayuntamientos de la provincia, da alimentación, alfabetización, formación, educación sexual e información contra las drogas a cerca de medio centenar de niños. Ocho de ellos llegaron el fin de semana a Málaga. Durante las próximas tres semanas recorrerán la provincia con sus bailes típicos no sólo para que los pueblos se empapen del folclore brasileño, sino también para denunciar la situación de desprotección de los meninos da rua, las violaciones de sus derechos, la explotación laboral que sufren y la violencia a la que están expuestos. La actividad es organizada y financiada por la Diputación.

Según los datos del MNMMR, el 66% de los niños de la calle cae en la prostitución infantil. Mayara, de 18 años, es un ejemplo. Ahora es una de las meninas salvadas por la ONG, pero durante tres años se buscó la vida como garota de programa (prostituta).

Flavia no llegó a tanto, pero pasó siete de sus 14 años en la calle. El sueldo que ganaba su padre como pescador y su madre como empleada doméstica no alcanzaba para una familia con cuatro hijos. Ahora cuida de sus tres hermanos e intenta olvidar su pasado.

Regina Mezquita, educadora de la Casa de Andalucía, explicó que para tratar de arrancar a los niños de la calle, se les buscan trabajos alternativos como el reciclaje de papel o las artesanías, a fin de que obtengan un mínimo ingreso que les permita 'intentar otra forma de vivir'.

No es fácil. Muchos meninos proceden de familias que deben subsistir con 180 reales mensuales, alrededor de 14 pesetas. 'Las familias, como no pueden salir adelante, ponen a los hijos a vender o a pedir', explicó Naldo.

Los niños entran así en un círculo de marginación, desestructuración y explotación del que con frecuencia es difícil salir. Antonio, otro de los educadores, denunció que cada vez los niños entran en esta rueda a más corta edad. Incluso apuntó que algunas niñas comienzan a prostituirse entre los ocho y los diez años. Antonio recordó que ahora en Brasil empieza el invierno y que cientos de niños no tienen más hogar que la calle. '¿Por qué el Gobierno no da apoyo a las crianças?', se preguntó.

Pero no todo fueron críticas. Antes de empezar la rueda de prensa en la que denunciaron la situación de la que hasta no hace mucho fueron víctimas, los chavales se marcaron un baile típico de Brasil. Movimientos de caderas con los que demostraron el absoluto dominio de su cuerpo y el ritmo que casi todo brasileño lleva dentro.

Naldo, como los demás, es consciente que su existencia ha dado un vuelco y que debe ayudar a otros a salir de la marginación: 'Si no me hubieran apoyado tal vez seguiría en la calle o por ahí, drogado, no viviendo esta vida tan buena que estoy descubriendo'.

Meninos da rua, ayer en Málaga.
Meninos da rua, ayer en Málaga.SERGIO CAMACHO

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