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Las plataformas del Ebro reciben a Pujol en Falset gritándole '¡traidor!'

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, tuvo que vérselas ayer de nuevo en el Priorat con unos 200 ciudadanos airados que le reprocharon su 'traición' por la posición adoptada ante el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y el Mapa Eólico. Los miembros de la plataforma del Priorat, una de las comarcas más afectadas por los planes de empresas eólicas, recordaron que el Gobierno de Pujol, una vez retirado el Mapa Eólico, no ha convocado a las entidades que aseguró que formarían parte del comité redactor del nuevo proyecto.

Los manifestantes se concentraron a las 16.00 horas frente a la sede del consejo comarcal en Falset, donde el presidente de la Generalitat tenía previsto celebrar un reunión. Numerosos miembros de las fuerzas de seguridad controlaba el acceso de Pujol. Pero a su llegada, los propios agentes y los fotógrafos formaron un tapón que hizo que Pujol tuviera que oír por más tiempo los gritos de '¡traidor!' que le dirigían los miembros de las plataformas del Ebro. También estaba presente la entidad ciudadana constituida en Vandellòs en contra la instalación de una central térmica de gas.

Las plataformas saben que para llamar la atención deben aportar elementos nuevos en cada protesta. Esta vez se llevó la guinda una versión de Els segadors cuyo estribillo, en sustitución de la frase 'bon cop de falç', incluía versos como: 'ai, com fan rals aquests de Convergència!' (¡ay, cómo hacen dinero estos de Convergència!).

La protesta estuvo centrada en el diseño del Mapa Eólico de Cataluña, cuya retirada forzó el Partido Popular en una atípica votación en el Parlament al alinearse con el bloque de izquierdas.

Roser Vernet, portavoz de la plataforma del Priorat, recordó que el Gobierno catalán no ha respondido a su petición de que se cree una comisión mixta para el diseño del Mapa Eólico, 'de lo que se desprende que nuevamente lo quieren hacer ellos solos, sin el consenso de los territorios', añadió.

Pujol obvió referirse al PHN, al menos de forma directa, porque se aferró otra vez al discurso que parece ser su tabla de salvación en la zona: a veces las grandes infraestructuras suscitan oposición popular, pero una vez realizadas son bien vistas por la población de la zona. El presidente catalán, acompañado por su esposa, Marta Ferrusola, tuvo que oír otro alud de gritos e insultos a la salida de la reunión.

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