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EE UU logra que el FMI anteponga la estabilidad financiera a la lucha contra la pobreza

Los problemas soiales pasan a segundo plano a instancias de la Administración Bush

Javier Moreno

La primera señal de este cambio la dieron los siete países más ricos del mundo (G-7) en el comunicado que emitieron tras su reunión del sábado. En el texto se afirmaba que los temas financieros internacionales constituían la máxima prioridad (top priority) del FMI, un cambio de postura respecto a la última reunión en Palermo, en febrero pasado, cuando este mismo tema se citó como uno más, dentro de lo que en la jerga de los funcionarios se conoce como 'la lista de la lavandería': lucha contra el blanqueo de dinero, reducir la pobreza mundial, o reforzar la arquitectura financiera internacional, entre otros.

Pero desde entonces, la nueva Administración del presidente George Bush, poco amiga de veleidades desarrollistas como las que desarrolló el antecesor de Köhler, el francés y prosocialista Michel Camdessus, en su última etapa al frente del FMI, ha intensificado sus esfuerzos para que el Fondo ceda protagonismo al Banco Mundial en la lucha contra la pobreza y se concentre en vigilar la estabilidad del sistema financiero internacional.

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Presión brutal

'Las presiones en este sentido han sido brutales en los últimos meses', según un portavoz oficial de estas instituciones multilaterales. Estados Unidos es el mayor accionista del FMI y del Banco Mundial. Además de reservar para un estadounidense la presidencia del Banco, Washington jugó un papel clave el año pasado en el nombramiento del director del Fondo, tradicionalmente reservado a un europeo, al negarse a apoyar al viceministro alemán de Finanzas, Caio Koch-Wesser, por blando y socialdemócrata, a favor de Köhler, un banquero con carnet de la conservadora CDU alemana y con fama de duro.

'Resulta evidente', dijo ayer Köhler en su intervención ante el Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC), 'que el FMI tiene que trabajar más duro para colocar la prevención de crisis en el corazón de sus actividades'.

La presión de Washington puede haber sido intensa, pero el resultado se ajusta a los deseos iniciales de Köhler, que llegó al cargo el año pasado con un programa de reforma del FMI para reforzar su tarea de vigilante del sistema financiero internacional y abrir la institución a la iniciativa privada. Sin embargo, en los meses siguientes, pareció imprimir un giro en sus intenciones, y tanto en el trabajo interno del FMI como en sus discursos públicos, el director del Fondo comenzó a destacar su preocupación por la pobreza en el mundo.

En el Banco Mundial se cree que este giro fue sincero, y que no respondió solamente a las presiones mediáticas que ejercieron miles de manifestantes en las calles de Washington y Praga, que durante unos meses vieron ampliamente recogidas por los medios de comunicación sus acusaciones contra ambas instituciones.

'Creo de verdad que Horst ha cambiado de idea', aseguró hace unos meses un ejecutivo del Banco Mundial muy cercano al presidente, James Wolfensohn. Un cambio que parece haber durado poco. En su intervención de ayer a puerta cerrada ante el Comité Monetario y Financiero Internacional, Köhler dedicó la mayor parte del tiempo de su discurso a temas de estructura financiera internacional y reservó para el final las referencias a la lucha contra la pobreza. Incluso aquí, sus palabras, aunque reflejan, el consenso básico del FMI y del Banco Mundial, tuvieron un tono impensable hace seis meses en Praga, con miles de manifestantes a las puertas de la asamblea.

'El alivio de la deuda no es la panacea', dijo. 'A la larga, es crucial para los países pobres ganarse la confianza de los inversores con su habilidad y su disposición a devolver lo que ha pedido prestado'.

El presidente del BCE, Wim Duisenberg, conversa con el secretario del Tesoro de EE UU, Paul O'Neill.
El presidente del BCE, Wim Duisenberg, conversa con el secretario del Tesoro de EE UU, Paul O'Neill.REUTERS

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