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Francia cuestiona las decisiones de Duisenberg

Javier Moreno

La tregua se ha revelado efímera. Si el Banco Central Europeo (BCE) logró el sábado, tras emplearse a fondo, que EE UU renunciase a incluir en el comunicado final tras la reunión del G-7 una petición directa para que recortase los tipos de interés, la tranquilidad ha durado menos de un día. En la reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional (el comité ejecutivo del FMI), a la que Wim Duisenberg, presidente del BCE, asistía como observador, las presiones se reanudaron con más fuerza que nunca.

De todas las peticiones que tuvo que escuchar Duisenberg, la más sorprendente fue la de un peso pesado de la política europea, Laurent Fabius, ministro de Finanzas de Francia, que cuestionó en público la pertinencia de la política monetaria de Duisenberg. El BCE es el único banco central de los países más industrializados que no bajado sus tipos este año.

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'Las presiones inflacionistas están controladas', dijo Fabius. 'El equilibrio de las cuentas públicas constituye un objetivo central en los próximos tres años, y sería una paradoja comprometerlo por una desaceleración del crecimiento. Nuestra política monetaria deberá tener en cuenta esta situación', remató. En sentido similar se expresaron el ministro de Finanzas canadiense, Paul Martín, y el propio Horst Köhler, director del FMI.

Tema estrella

Las discusiones sobre la política monetaria del Banco Central Europeo en el comité ejecutivo del FMI revelan que la negativa de Duisenberg a recortar los tipos se ha convertido en el tema estrella en Washington este fin de semana, a pesar de que el comunicado final del G-7 no incluyese ninguna referencia a instancias de la parte europea.

En la conferencia de prensa posterior a la reunión, Duisenberg afirmó, en referencia a los países del G-7: 'Entendemos que países diferentes tengan políticas diferentes. Respetamos estas diferencias y no es nuestra intención dar recetas unos a otros'. Y añadió luego: 'Es una afirmación que aprecio mucho'. Sin embargo, esa afirmación, tal como fue leída por Duisenberg, no apareció posteriormente por ninguna parte en el comunicado final. Ayer, un día después, las recetas volvieron a la orden del día.

El tema puede parecer menor, pero ha enrarecido el clima entre europeos, estadounidenses y funcionarios del FMI reunidos este fin de semana en Washington con motivo de la asamblea de primavera de este organismo y del Banco Mundial, y alcanzó su climax cuando Michael Mussa, economista-jefe del Fondo, acusó al BCE de 'ser parte del problema'.

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