El Depor sobrelleva la nostalgia
Un gol del renacido Fran resuelve un partido tristón
Las heridas abiertas en el Deportivo por la eliminación europea y el despegue del Madrid en la Liga aún supuran. Su entrenador, Javier Irureta, esgrime el señuelo de los juegos aritméticos para difundir la idea de que el título aún no está perdido, pero ni sus propios futbolistas le acaban de creer, como lo demostró el partido de ayer. Aunque el tropiezo del Madrid el sábado abría una mínima rendija para la esperanza, el Deportivo no se dio por enterado. Melancólico y desatento, el grupo blanquiazul sacó el choque adelante por su diferencia de calidad con el Espanyol, un conjunto correcto, aseado y laborioso, virtudes que exprime todo lo que puede, pero que no le dan para mucho más.
DEPORTIVO 1| ESPANYOL 0
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Valerón (Emerson m. 60), Mauro Silva; Víctor, Djalminha (Pandiani m. 73), Fran; y Makaay (Helder m. 77). Espanyol: Mora; Cristóbal, Lopo, Rotchen, David García; Sergio (Arteaga m. 72), Morales; Velamazán, Posse (Óscar m. 65), Roger; y Serrano (Nishizawa m. 58). Goles: 1-0. M. 19. Centro desde la derecha de Víctor al segundo palo donde Fran, libre de marcaje, remata de cabeza. Árbitro: Daudén Ibáñez. Expulsó a Cristóbal (m. 70) y Donato (m. 76), ambos por doble amonestación, y mostró tarjetas amarillas a Djalminha, Roger y Óscar. Unos 25.000 espectadores en Riazor.
Era una tarde propicia para la nostalgia. A Riazor regresaba el Espanyol, el rival ante el que los gallegos alcanzaron el último título de Liga, próximo a cumplir un año. Desde entonces, el grupo de Irureta ha estado a la altura de lo que se exige a un campeón, tanto en la Liga como en Europa. Pero, en el último mes, el Depor ha perdido casi todas las esperanzas de alcanzar otro título y eso se nota bastante: el equipo está tristón y retraído, sin un punto de energía.
Después de tantos días gloriosos, a Riazor le tocó ayer sobrellevar la resaca. No fue exactamente un partido mal jugado por los dos equipos, ambos respetuosos con el balón, bien organizados y con criterio. Si el choque resultó insulso, hasta tedioso en algunos momentos, fue más por una cuestión anímica, por ese tono mortecino que los contendientes le impusieron al duelo. En el caso del Espanyol -que en la primera parte tuvo ocasiones para amargar la vida a su rival- eso parece formar parte ya de su estilo de vida. Lo del Depor se antoja más coyuntural: una depresión pasajera.
En el gris panorama de Riazor, la mejor noticia fue la confirmación de que Fran empieza a salir de las tinieblas. Tan apagado estaba últimamente el capitán blanquiazul que ya todo el mundo coincide en A Coruña que una de las prioridades para la campaña próxima es el fichaje de un centrocampista zurdo. Pero, tras su renacimiento en el partido de vuelta contra el Leeds, Fran ha mostrado que todavía tiene fuerzas para rebelarse contra su declive. Ayer, con Djalminha en su versión habitual para los partidos de rutina, fue Fran quien dirigió todo el ataque y hasta acabó logrando lo inaudito: un gol de cabeza, algo tan extraordinario como una tarde de sol en Galicia.
Pero el buen partido de Fran no hubiese servido para nada sin Molina. Aunque los contragolpes del Espanyol se agotaron en la segunda parte, el Depor pasó hasta entonces por momentos muy comprometidos y salió indemne gracias a la solvencia de su portero, quien salvó dos remates a bocajarro y robó un balón a Velamazán en el vértice del área cuando dos delanteros esperaban solos en el punto de penalti. Desbaratadas sus oportunidades, el Espanyol firmó la rendición y el Depor hizo lo que pudo para sobrellevar su melancolía.
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