Derribado el Gobierno reformista de Ucrania
Comunistas y centristas se aliaron en el Parlamento para destituir al primer ministro Yushchenko
La alianza antinatural de comunistas y centristas ligados a grandes magnates derribó ayer en el Parlamento al primer ministro de Ucrania, Víctor Yushchenko, y ahondó aún más la más grave crisis política sufrida en sus 10 años de independencia por este país eslavo de 50 millones de habitantes, tampón entre Europa y Rusia. El voto de censura, recibido en la UE con preocupación (si no con alarma), augura más inestabilidad, que se suma a la provocada por el acoso en la calle al presidente Leonid Kuchma, envuelto en un escándalo múltiple de corrupción y asesinato. El resultado no deja lugar a dudas: 263 votos contra 69. Se necesitaban 226 para que prosperase el voto de censura. Los comunistas, que forman el grupo más numeroso del Parlamento, reprochaban a Yushchenko no haber conjugado las buenas cifras macroeconómicas con la mejora del nivel de vida y de las prestaciones sociales. Sus circunstanciales aliados condenaban el cambio de reglas del juego y la incapacidad para gobernar por consenso.
El primer ministro, ex presidente del Banco Central, replicaba que sus problemas venían de su intento, sin precedentes, de acabar con la economía negra y los privilegios de los oligarcas, los grandes magnates que prosperan, como en Rusia, maniobrando en los pasillos del poder.
La UE y EE UU veían en Yushchenko la mejor garantía de continuidad y profundización del proceso de reformas. La mayoría de la población le apoyaba, según las encuestas, porque se comenzaba a ver la luz al final del túnel. Pero ni eso ni las más de 15.000 personas que ayer le gritaron su apoyo a las puertas del Parlamento lograron salvarle la cabeza. La suerte estaba echada desde el momento en que Kuchma renunció a apoyar de verdad a su primer ministro, tal vez por ver en él más un rival antes que un aliado. Dirigentes como el socialista Alexandr Moroz y la ex vicejefa de Gobierno Yulia Timoshenko creen que Kuchma no sólo no ha apoyado a Yushchenko, sino que ha contribuido decisivamente a cavar su tumba.
La papeleta que se plantea es de aúpa. Empobrecida hasta la miseria, pero recuperada la senda del crecimiento (6% en el año 2000), Ucrania tiene ahora por delante algo menos de un año de inestabilidad, hasta que, a comienzos de 2001, se celebren nuevas elecciones parlamentarias. Ningún político de peso va a querer quemarse en esta etapa transitoria en la que lloverán cuchillos de punta. Por eso se apuesta porque el nuevo primer ministro encabece un Gobierno de gestión marcado por la provisionalidad. Lo último que necesita Ucrania para levantar cabeza.
Yushchenko aseguró ayer a sus seguidores que se va para volver. Ya en la oposición, parece contar con grandes posibilidades de aglutinar a la oposición.
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