Ni tanto ni tan calvo
Álvaro Delgado-Gal nos previene del regreso del totalitarismo nazi si perseguimos más intervención del Estado en busca de limar desigualdades. Mal andamos de argumentos si es preciso recurrir al ejemplo de limitar los esfuerzos de los deportistas o pasarlos por el quirófano en aras de la búsqueda de la igualdad. No se trata de eso. Nadie tiene interés en igualarlos. Las discrepancias surgen cuando hablamos del resultado que tienen para la vida de las personas las desigualdades de renta, talento y de educación, pero sobre todo de la injusticia en el origen de esas desigualdades. Se trata de la igualdad de oportunidades, pero no de la ridícula igualdad que propone el autor en los deportistas, sino de un interés sincero de igualar las oportunidades que tendrán para desarrollarse tanto el hijo de un inmigrante o de un temporero como el de un personaje de la clase alta. La igualdad efectiva no nos parece tan mal a gran parte de la población, y sí que puede sonar irónico tanto énfasis por la libertad, cuando ésta está limitada por la escasez de recursos. El énfasis liberal en los derechos negativos -que no se atente contra la libertad, contra la propiedad- recuerda que hubo quien opinó que eran derechos puramente formales, y que la injusticia radica en los derechos económicos y sociales. Dejemos a los deportistas en paz y preocupémonos de que todos los ciudadanos puedan disfrutar de esa libertad disponiendo de verdad de los medios necesarios, aunque sea redistribuyendo.-
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