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La Comunidad ha recibido 41 denuncias contra agencias de adopción desde 1999

El Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) ha recibido desde 1999 un total de 41 quejas de padres por supuestas irregularidades cometidas por algunas de las 20 agencias de adopción internacional que funcionan en la región. En 1999, al Instituto le llegaron 12 quejas; 26 el año pasado, y tres más en lo que va de año. La mayoría se refiere a demoras y falta de información sobre cómo va cada solicitud, pero también hay denuncias más graves en las que los padres se quejan de que la agencia les ha ocultado los graves problemas físicos o psíquicos del niño adoptado.

El Instituto resuelve buena parte de las quejas mediante apercibimientos, verbales y escritos, a la entidad correspondiente, aunque también se ha iniciado algún expediente sancionador.

La directora del IMMF, Esperanza García, que ayer compareció ante la Comisión de Servicios Sociales de la Asamblea, considera que 41 quejas son pocas, aunque admite que puede haber más casos que no se denuncian 'porque los padres tienen como prioridad conseguir el hijo deseado y temen perderlo si se meten en conflictos'. La diputada del PSOE Elena Vázquez cree que el Instituto ha recibido más de las 41 denuncias reconocidas. 'Creemos que la tarea de control de estas entidades por parte de la Comunidad no se ha hecho bien', dijo Vázquez. Esperanza García negó la acusación y argumentó que Madrid ha sido la única comunidad que ha retirado la acreditación a una agencia de adopción (AIPAMR), que trabajaba con Rusia, por sus irregularidades.

En el último lustro, en Madrid se han formulado 3.614 solicitudes de adopción internacional, de las que están concluidas 2.074. El aumento de las peticiones es constante: en 1996 hubo 694, frente a las 917 del año pasado. Rumania, Rusia, China y Bulgaria son, por ese orden, los países con los que se han gestionado más adopciones.

García aseguró que, de los 2.074 niños adoptados de otros países, sólo 12 han quedado bajo la tutela del Instituto, porque los padres no se sentían capaces de convivir con ellos. 'Son pocos casos, pero cada uno de ellos es durísimo', añade.

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