'Unos días más y habrían muerto por inanición'

El muelle donde atracó el Ashva está junto a una refinería de Cepsa, donde repostan con frecuencia barcos de la OTAN, por lo que se podría suponer que disponen de algún tipo de vigilancia. Precisamente esos días visitaba Canarias una flotilla multinacional de la Alianza.

'No lo detectamos', declara a EL PAÍS Lorenzo Fernández, capitán marítimo de Tenerife. La Capitanía Marítima depende del Gobierno central y es el organismo encargado de garantizar la seguridad, la vida humana y la navegación en las 12 millas de aguas españolas. 'Lo vimos cuando ya estaba en el puerto', relata José Marrero, portavoz de la Autoridad Portuaria, el departamento responsable de todo lo que flota en las aguas o sucede en las instalaciones a partir de la bocana. 'Si el barco se hubiera hundido, ahora no estaríamos hablando de inmigrantes en nuestras costas, sino de muertos en nuestras aguas', concluye el consejero de Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias, Marcial Morales.

El Ashva no era un buque que pasara inadvertido ni por su tamaño ni por su aspecto. Medía 30 metros de eslora y era un casco herrumbroso sin nacionalidad acreditada, ni puerto de matrícula conocido, ni bandera ni nombre (Ashva son unas letras pintadas en dos tablas pegadas a los costados del buque). Las autoridades averiguaron que había sido construido en los años ochenta en Lituania por la placa de metal que el astillero colocó en la cara de proa del puente. Eso les ha permitido deducir que se trata de uno de los muchos pesqueros de la extinta flota soviética que a raíz de la desintegración de la URSS se han convertido en barcos negreros en el Golfo de Guinea. Pero no han podido establecer su procedencia: la única carta de navegación a bordo está tan borrosa que resulta ininteligible.

'Con combustible, buena mar y el motor en funcionamiento un buque de esas características puede navegar indefinidamente', afirma Lorenzo Fernández. Pero el Ashva se hallaba en peligro inminente de hundimiento debido a una vía de agua situada en un lugar de difícil acceso. Además, no llevaba alimentos a bordo. 'Unos días más de navegación y los inmigrantes hubieran comenzado a morir de inanición', aventura José Marrero. Los responsables marítimos creen que ambos factores fueron decisivos para que la tripulación decidiera 'colarse' en el Puerto de Santa Cruz.

'Se presentó de repente', relata el portavoz de la Autoridad Portuaria. 'No avisó al práctico, vio un hueco, se arrimó y echó los cabos', añade. A las 15.30 los inmigrantes comenzaron a saltar a tierra y fueron descubiertos por dos agentes de la policía local.