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Entrevista:VIDAL DE NICOLÁS | ESCRITOR

'La energía creativa ha sido una forma de evasión'

Vidal de Nicolás (Portugalete, 1922), fundador del Foro de Ermua, ha sido toda su vida un escritor desordenado. Algunos de sus poemas han quedado en la solapa de un libro regalado a un amigo u olvidados durante años en un cajón. Sus artículos han quedado dispersos, publicados en revistas o en obras colectivas. El colectivo cultural Burdiña, que desarrolla sus actividades en la Margen Izquierda, decidió dedicarle un homenaje con la edición de un libro que recopilara su poesía y su prosa literaria. El resultado de esa iniciativa es Vidal de Nicolás. Escritos, poemas y vivencias, en el que el profesor de la Universidad del País Vasco (UPV) Josu Bilbao Fullaondo ha recopilado una antología de su obra, ordenada cronológicamente siguiendo los pasos de una infancia en la Margen Izquierda, el exilio en Francia en la guerra civil, los años de cárcel bajo el franquismo y toda su lucha por la libertad. El libro se presenta hoy en Bilbao.

Pregunta. ¿Qué ha supuesto la escritura a lo largo de su vida?

Respuesta. La energía creativa, la lectura, la escritura y la música, en los momentos más duros de la vida -en la cárcel, por ejemplo- han sido una forma de evasión. A través de la literatura, creaba un espacio propio. En Carabanchel organizamos lecturas sistematizadas y nos leímos a todo Baroja, a Valle-Inclán entero. En Burgos tuvimos la mejor de las bibliotecas penitenciarias.

P. ¿Y después?

R. Formé parte de un grupo que dió un golpe de mano en la Asociación Artística Vizcaína, que dormía el más profundo de los sueños. Empezamos a utilizar su local de la Gran Vía. Hacíamos una revista y organizabamos charlas sobre cine, teatro o cualquier cosa. Nos denunciaron: dijeron que éramos un grupo de comunistas que hacíamos captación política. En la lucha contra el franquismo nos proponíamos recuperar la historia anterior, la epistemología de nuestra cultura.

P. Bilbao Fullaondo destaca en el libro que su trabajo literario ha tenido un claro compromiso social.

R. Yo pienso en el intelectual en general. El intelectual tiene un deber de conciencia que le impide permanecer indiferente o sentirse ajeno cuando se está produciendo una agresión en su entorno. Yo, ahora, me encuentro en la misma situación de lucha contra el fascismo de ETA y su entorno que contra el franquismo. Tendré el mismo entusiasmo hasta que me muera. Lo de ahora es todavía peor: antes fue más efímero; después de los primeros momentos, de la brutalidad de la guerra civil, quedaron por aquí pocos fascistas visibles que mantuvieran el tipo defendiendo el fascismo. Ahora se ve instalado el totalitarismo, lleno de fanatismo y de odio. Ya he dicho alguna vez que no me han dejado disfrutar del dulce aburrimiento de la democracia.

P. También recuerda su amistad con los poetas Blas de Otero y Gabriel Celaya, y la influencia que recibió de ellos.

R. Con quien más conviví fue con Blas de Otero. Fue un hombre que pasó del misticismo y la fe cristiana a una fe más humana: se hizo comunista.

P. ¿Y qué impresión le ha provocado ver recopilados sus escritos en un volumen que recorre su biografía?

R. Un estupor gozoso, como el de un niño al que los Reyes Magos le han regalado un tren eléctrico. Yo, que soy el desorden personificado, me he sorprendido al verlo todo ordenado, codificado. Hubo muchas sesiones de grabadora y mucho trabajo de Bilbao Fullaondo por detrás del libro. Tengo la sensación de un reencuentro con la obra que tenía por ahí.

P. ¿Sigue escribiendo?

R. Poco. Hago alguna vez algún documento, relacionado con el trabajo en el Foro [de Ermua]. Soy muy perfeccionista: escribo tres folios, lo leo, lo vuelvo a leer, lo retoco, cambio palabras. Soy muy lento escribiendo. Ahora tengo muy poco tiempo para la escritura, prefiero dedicarme a la lectura. Pero no me gusta tanto la novela, como el ensayo o la biografía.

P. ¿Por ejemplo?

R. Ahora me estoy divirtiendo mucho con esto [toma en sus manos un ejemplar de Canción triste de La Habana, de Guillermo Cabrera Infante]. Tengo muchos párrafos subrayados porque me han hecho mucha gracia. Y el poeta que considero más maravillosamente desconcertante de nuestra lengua, que es César Vallejo.

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