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APARATO DIGESTIVO

Meteorismo, un proceso molesto que puede enmascarar dolencias graves

Los gases se producen en el intestino delgado y pueden causar dolor

Los gases intestinales, conocidos en términos médicos como meteorismo, no son una enfermedad, sino más bien un síntoma que está en relación con la alimentación y el estilo de vida. Es un trastorno muy frecuente que puede evitarse con la adopción de determinados hábitos saludables. Sin embargo, según la edad y la forma en que se presenten, pueden enmascarar enfermedades tan importantes como el síndrome del intestino irritable. Eructos, ruidos, hinchazón abdominal y flatos son algunas expresiones que adoptan los gases intestinales.

Aunque no existen datos sobre la incidencia del meteorismo ni tampoco un perfil definido de riesgo, sí se sabe que es una dolencia muy frecuente y que afecta sobre todo a personas ansiosas que comen deprisa y mastican mal, a fumadores y a quienes presentan hipersensibilidad visceral del tubo digestivo.

La presencia de gases (nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, dióxido de carbono y metano) en el intestino se debe a tres causas: al aire que se traga, que es el principal origen de la presencia de gas en el estómago; a la producción de gas dentro del propio intestino durante el proceso de fermentación bacteriana de algunos alimentos, y al paso del gas desde la sangre al intestino a través de un mecanismo de membrana. Este último proceso también se produce en sentido inverso: del tubo digestivo, los gases van a los vasos sanguíneos, llegan a los pulmones y se expulsan por la respiración.

'Gran parte del gas que tragamos es eructado y sólo una pequeña cantidad puede pasar al intestino delgado y al colon. Una cierta cuantía del gas intestinal se produce como resultado de la fermentación bacteriana de los alimentos cuando éstos llegan al colon; una parte de este gas es utilizado por las bacterias como sustrato energético, mientras que otra es absorbida por las células intestinales y sólo una pequeña cantidad se expulsa a través del ano', explica Fermín Mearin, médico adjunto del servicio de digestivo del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Según los expertos, los pacientes que dicen tener dolor por gases intestinales no es que acumulen mayor cantidad de gas, sino que tienen una dificultad en la progresión de este gas por el intestino y también una mayor respuesta dolorosa a la distensión intestinal.

'En la mayoría de los casos no suele haber un incremento importante en la cantidad de gas intestinal, sino una percepción aumentada del mismo, que hace que pequeños aumentos de volumen o de presión sean percibidos como molestias o como dolor', añade.

Pedro de Górgolas, internista, explica que cuando un paciente llega a la consulta con este problema se realiza una historia clínica completa con recogida de síntomas (anamnesis) y exploración física. Posteriormente, según los hallazgos, se solicitan las pruebas complementarias necesarias para descartar enfermedades con síntomas de este tipo, algunas de ellas importantes. Porque los gases intestinales también pueden enmascarar otras patologías.

Si el meteorismo persiste y ha aparecido de repente, se debe descartar primero la existencia de un proceso orgánico. Cuando se presentan los síntomas descritos, lo más frecuente es que el paciente sufra un meteorismo fácilmente tratable o una enfermedad funcional, pero siempre hay que descartar, advierte Antonio García Plaza, jefe de gastroenterología del hospital Ramón y Cajal de Madrid, la presencia de un proceso tumoral 'que comprima o estenose y produzca una distensión por encima de la zona estenosante'.

Entre los trastornos más frecuentes asociados al meteorismo se encuentran el dolor abdominal de intensidad variable y la hipolactasia del adulto o síndrome del intestino irritable (SII). Con menos frecuencia aparecen también casos de enfermedad celiaca, divertículos (bolsitas que se forman en la mucosa del intestino), enfermedad de Chron, linfoma intestinal y otros tipos de cánceres. 'Lo primero que hay que descartar son las enfermedades relacionadas con el intestino grueso y delgado. Una de las más frecuentes es el SII, que puede aparecer en sus dos modalidades, la de estreñimiento y la de diarrea', concluye García Plaza.

Cambios en la dieta

El tratamiento del meteorismo suele ser sencillo. Si los resultados de la exploración son normales, bastaría con adoptar una serie de medidas dietéticas saludables y, si éstas no son suficientes, se podría recurrir a la prescripción de medicamentos que reducen los gases intestinales y favorecen el vaciamiento gástrico y la motilidad intestinal. La alimentación constituye la parte más importante del tratamiento. El primer paso a seguir consiste en eliminar la ingesta de leche durante un par de semanas y comprobar si disminuyen las molestias. El paciente puede presentar una intolerancia a la lactosa, hipolactasia del adulto, que es un déficit de una enzima que se necesita para asimilar la leche. Otras medidas consisten en moderar la grasa en la dieta, evitar el azúcar y eliminar los alimentos y bebidas flatulentos. 'Cuando un paciente presenta una disminución de un fermento que se precisa para desdoblar el componente de la leche, la lactasa, éste llega como tal al intestino grueso y allí es atacado por las bacterias. Como consecuencia aumenta la fermentación, se inflama el abdomen, se producen gases y a veces hasta diarreas', explica Antonio García Plaza, jefe de gastroenterología del hospital Ramón y Cajal de Madrid. A juicio de este especialista, cuando se padece este tipo de insuficiencia, la ingesta de leche entera 'se puede sustituir por leche sin lactosa o por otros compuestos lácteos como yogur, queso y mantequilla, que se toleran mejor'.

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