Barça: más madera que es la guerra
Desde Newcastle, Bobby Robson reflexionaba recientemente sobre su paso por el Barça y a modo de conclusión proclamó: 'Ser entrenador del Barcelona es como estar a cargo de un tren que se da a la fuga. No he conocido en mi vida otro trabajo con más presión'. La situación por la que pasó Robson guarda un cierto paralelismo con la que vive Serra Ferrer, superado por los acontecimientos, acusado de facilitar la autogestión, esclavo de la estrella (Rivaldo bien puede equivaler a Ronaldo) y escudo también de la junta frente a la crítica.
Entre uno y otro entrenador, sin embargo, hay dos aspectos muy a tener en cuenta. A Robson le protegía Núñez y salió del club con un botín de peso: la Copa, la Recopa y la Supercopa, aunque en la Liga fue víctima del Hércules. También Serra Ferrer opta a la Copa y a la UEFA y los puntos descontados por los equipos débiles le han descolgado de la Liga, pero las perspectivas de éxito parecen menores y su protector es Gaspart, un presidente que viene actuando sobre la marcha con mucho politiqueo de por medio.
El equipo se ha viciado de la falta de gestión de la directiva y la directiva se excusa en la improvisación del equipo, de manera que hoy más que una línea de actuación hay varios planes, la mayoría de tapadillo, tanto que de cuanto acontece parece haber más información en la calle que en el club, o al menos eso parece. Las actitudes individuales pueden más que las colectivas, más que junta hay directivos y los jugadores le pueden al equipo en sus desafíos.
El Barcelona es una institución que viaja sin control, dentro y fuera de la cancha, sin que nadie le ponga remedio, así que empeora con el discurrir de las jornadas, como lo prueba la clasificación, en la que acaba de ser superado por el Mallorca, que le deja momentáneamente sin plaza para la Liga de Campeones. Que el equipo va desbocado, incapaz de parar y gobernar un partido, se demuestra a cada jornada, pues sólo atiende a las dos porterías y sus registros son cada vez más negativos.
Los azulgrana no han resuelto ni uno de los problemas que tenían planteados en junio. No encuentran portero: del gol por partido con Dutruel se pasó al 1,5 con Arnau para acabar con el 1,6 de Reina. Y la falta de defensas y de sistema de contención se ha agravado de forma tan sangrante (no recibía tantos goles -47 en 30 jornadas- desde 1960-61) que de nada le ha servido su gran pegada: 103 tantos -sumando todos los torneos-, 56 de ellos repartidos entre Kluivert y Rivaldo, circunstancia que expresa la dependencia del brasileño. Total: 15 puntos sobre 33 en la segunda vuelta y los 12 goles obtenidos en los tres últimos partidos sólo le han valido cinco puntos. Las cuentas demanan soluciones, pero no se sabe de otra salida que la de encomendarse a la capacidad del equipo para manejarse en los grandes partidos. Mientras, camino de Liverpool, hay que ir suministrando leña al tren fugado. Que si Riquelme, que si Rivaldo, que si Guardiola. Como diría Groucho Marx: 'Más madera, que es la guerra'.
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