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El Pentágono desarrolla una bomba atómica sin daños colaterales

El Pentágono ha creado una nueva arma nuclear que no estalla al tocar el suelo, sino que penetra bajo tierra y explota en contacto con objetivos enterrados, como búnkeres o almacenes de armas. El sistema, que evita buena parte de los daños colaterales de una bomba nuclear convencional, sólo se desarrollará si el Congreso y el presidente George W. Bush dan su aprobación final.

Según un alto cargo de Defensa citado por The Washington Post, los nuevos misiles nucleares que desarrollan el Pentágono y el Departamento de Energía (que controla los laboratorios nucleares) serían efectivos para casos como el de Sadam Husein, que puede haber escondido su arsenal químico y biológico en instalaciones construidas en el subsuelo para protegerlas de los bombardeos aliados. En palabras de un consejero del secretario de Defensa al diario de la capital, 'Husein sabe que ningún presidente dejaría caer una bomba nuclear de 100 kilotones sobre Bagdad con tal de eliminar sus armas de destrucción masiva'.

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El caso ruso

El desarrollo de este nuevo misil nuclear, de potencia relativamente pequeña comparada con las bombas clásicas, también podría destruir un centro de control nuclear enterrado y aislado por completo del exterior, similar al que Rusia aparentemente está construyendo en el interior de la montaña Yamental.

El Pentágono enviará en julio un informe al Congreso sobre el nuevo misil nuclear, aunque hace siete años se rechazó un proyecto similar porque dificultaba la separación entre armas nucleares y convencionales. Sin embargo, fue el Congreso el que pidió al Pentágono el año pasado la investigación de sistemas militares que permitan la destrucción de objetivos enterrados.

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Un informe realizado en uno de los laboratorios nucleares de EE UU sugería la construcción de este tipo de misiles nucleares para la destrucción de búnkeres o de instalaciones de misiles enterradas y protegidas por un recubrimiento de cemento. Según el documento, si los nuevos misiles llevaran una cabeza nuclear de cinco kilotones (menos de la mitad de la potencia de la bomba lanzada sobre Hiroshima) destruirían un búnker aunque sus paredes tuvieran muros de cemento de 10 metros de grosor.

Aunque la nueva bomba es supuestamente más ecológica que cualquiera de las actuales porque provoca escasos daños colaterales, la Federación de Científicos Americanos (FAS), que aboga por un control armamentístico más estricto, se opone a la construcción de este sistema 'porque cualquier arma nueva en el inventario nuclear mundial hace que sea más probable tener que llegar a usarla'.

Según el físico Robert Nelson, sólo si la explosión se produce a más de 200 metros bajo tierra se evitarían escapes radiactivos. Nelson asegura que no sería posible usar esta bomba 'sin causar una contaminación radiactiva masiva'.

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