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La crisis de EE UU golpea las cuentas de las empresas europeas y las previsiones económicas

Europa comienza a estornudar

El Viejo Continente no es inmune a la recesión. La crisis estadounidense ha saltado el Atlántico, y ya hay signos de ello: el FMI ha rebajado sus previsiones de crecimiento para la zona euro, la Bolsa cae y los despidos se reproducen. Pero el BCE no considera los signos alarmantes y ha decidido mantener los tipos de interés.

Europa se ha contagiado. Las señales de que la crisis económica ha saltado el Atlántico y ha llegado al Viejo Continente son ya evidentes. El FMI ha revisado la previsión de crecimiento para 2001 en la zona euro al 2,5% (en otoño hablaba de un 3,4%), los indicadores de confianza de las empresas siguen bajando, las bolsas pierden fuerza y los despidos han llegado a compañías europeas como Marks & Spencer, Ericsson, Nokia o Danone.

Los expertos, en todo caso, están divididos. Los más optimistas esgrimen cinco razones por las que el deterioro de la economía europea no irá a más: las tasas de interés de la eurozona ajustadas a la inflación crecieron en 2000 menos que en Estados Unidos, Europa es un bloque económico relativamente autónomo, las políticas fiscales de países como Alemania o Francia son moderadamente expansivas, la deuda de los consumidores y empresas europeos no alcanza los niveles estadounidenses (90% frente a 140%) y el desplome de la Bolsa no ha atrapado a tantos pequeños accionistas como en Estados Unidos.

Las más pesimistas, cuyo número aumenta cada día, creen que la economía de Estados Unidos ha entrado en recesión y que la crisis va a ser mucho más profunda y duradera de lo que se viene diciendo. La globalización de los mercados, explican, y el peso de EE UU y Japón en la economía mundial no van a dejar indemne a Europa. Resaltan también la velocidad con la que se han extendido las crisis bursátiles y financieras en los últimos años (el efecto tequila de México en 1994-1995 o la de los llamados tigres asiáticos en 1997-1998).

El BCE parece estar, por ahora, entre los optimistas. El pasado miércoles, el Banco Central Europeo decidió desoír las peticiones para abaratar el precio del dinero y mantuvo los tipos de interés en el 4,75%.

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