_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Turistas

Se cierra la Semana Santa con una ocupación turística que rozó el lleno. Era de esperar. Buen tiempo y tradiciones. Ocio y cultura. De siempre la Semana Santa ha sido el termómetro del próximo verano. Será bueno, dicen los entendidos. No extraña, pues, que el consejero de Turismo y Deportes, José Hurtado, con la precaución de que hace gala cuando se le preguntan por los pronósticos, esté optimista, sobre todo por la masiva afluencia de turistas al interior de Andalucía. El turismo debe ayudar a equilibrar el desarrollo andaluz. Se ha diseñado un plan de promoción del turismo interior -el 'Plan Senda'- y si se mantiene la relación calidad/precio, adobado con cultura, medio ambiente, tradiciones, patrimonio y buenas instalaciones, se habrá avanzado mucho en conseguir este desarrollo.

Pero no todo es de rosas. Habría que vigilar los establecimientos de alojamiento rural, ordenarlos y someterlos a un control exhaustivo. Los hay reglados a través de asociaciones serias y rigurosas. Pero se han puesto en funcionamiento, por la alta demanda, casas, cortijos y otros habitáculos que no resistirían el más mínimo control. Hay casas rurales que son unos bodrios, sin personalidad, sin comodidades mínimas y convertidas en almacenes de desguace con mobiliario rejuntado que nadie quiere. El pastiche de algunas casas rurales son un atentado al buen gusto.

Si algunas de nuestras tradicionales zonas turísticas fueron maltratadas por la especulación y un desarrollismo incontrolado, podríamos estar a un paso de que el turismo rural se vea afectado por lo cutre y el aprovechamiento desmesurado de instalaciones que no resistirían control alguno. El hecho de que haya una gran demanda no debe significar poner en valor turístico cualquier casa de pueblo por mucho que ofrezca un entorno ideal.

En plena Semana Santa, Baleares aprobó el impuesto ecológico. Los turistas habrán de pagar un euro por día. La polémica está servida. ¿Qué hará Andalucía? José Hurtado se opone. Manuel Chaves lo tiene claro: quien contamine, que pague, sean empresas turísticas o no. Antes de implantar la ecotasa habría que exigirle al Gobierno central la terminación del saneamiento integral de la Costa del Sol. Veinticinco años os contemplan.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_