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Entrevista:PIERRE SANÉ | SECRETARIO GENERAL DE AMNISTÍA INTERNACIONAL

'Veré abolida la pena de muerte en EE UU antes del final de mis días'

Pobreza, represión o guerra son situaciones en las que vive la mayoría de la población mundial. En multitud de países, los gobiernos encarcelaron, torturaron y recurrieron al homicidio para silenciar a la oposición y mantenerse aferrados al poder. El cada vez más profundo abismo entre ricos y pobres alimentó en algunos países las protestas de los desesperados y los desposeídos, que como única respuesta encontraron la brutalidad y la violencia. En otros países, la inestabilidad política degeneró en conflictos armados abiertos en los que una infinidad de hombres, mujeres y niños quedaron mutilados para siempre o fueron masacrados.

Pierre Sané, secretario general de la organización internacional de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI), es la voz de esas víctimas. Tras casi una década al frente de la organización, este senegalés de 52 años cede el puesto a finales de mes a la bangladesí Irene Khan porque considera que su etapa 'ha concluido'. Desde su despacho de la secretaría general de AI en Londres, Sané confía a EL PAÍS el mejor y el peor momento vivido durante su mandato. 'El caso Pinochet es un gran triunfo para los derechos humanos', declara satisfecho. 'Pero nunca mientras viva podré olvidar la vergüenza del genocidio en Ruanda'. Hombre menudo que asegura que nunca sintió violados sus derechos humanos, sorprende al declarar: 'Estoy absolutamente convencido de que antes del final de mis días veremos abolida la pena de muerte en Estados Unidos'.

'Sin lugar a dudas, el peor momento de mi mandato ha sido el genocidio de Ruanda'
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Página de Amnistía Internacional (en español):

Pregunta. ¿Se pueden justificar las invasiones y los bombardeos en nombre de los derechos humanos?

Respuesta. En este sentido, la postura de Amnistía Internacional es clara. Ni apoyamos este tipo de intervenciones ni nos oponemos a ellas. En lugar de ello, afirmamos que las crisis de derechos humanos pueden -y deben- evitarse. Nunca son inevitables. Amnistía Internacional no se opone al uso de la fuerza: las leyes deben hacerse cumplir. No nos oponemos a que se use la fuerza con el fin de obtener justicia. Lo que cuestionamos es si la justicia es la fuerza motriz en la toma de decisiones de la comunidad internacional.

P. La comunidad internacional intervino en 1999 en Kosovo y Timor Oriental y tuvo la callada por respuesta ante el bombardeo de Rusia por Chechenia o el genocidio de Ruanda, de donde incluso la ONU llegó a retirar sus tropas cuando empezaban las matanzas. ¿Por qué es tan selectiva la comunidad internacional en sus acciones?

R. En principio porque no es posible intervenir en todos los países que violan los derechos humanos. No es posible bombardear a todos los países. Aun así es cierto que hay países occidentales que miden con un doble rasero la cuestión de los derechos humanos. La imposición de sanciones por parte de la ONU a Libia e Irak, por ejemplo, contrasta absolutamente con la total carencia de sanciones a Israel por negarse a cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad. En Turquía se han destruido unos 3.000 pueblos kurdos y las fuerzas de seguridad turcas han matado a miles de civiles kurdos. La comunidad internacional no ha amenazado con actuar y Turquía ha sido aceptada como candidata a convertirse en Estado miembro de la Unión Europea. En el mundo se están librando al menos 10 guerras internacionales y 25 guerras civiles, muchas de ellas en el África subsahariana, y las exportaciones de armas de los países occidentales a la región casi se duplicaron el año pasado. Por no hablar de Arabia Saudí, donde las torturas son sistemáticas, o China, que en 1999 llevó a cabo la campaña más represiva de toda la década contra la disidencia pacífica y la libertad religiosa.

P. En su opinión, ¿cuál es el Gobierno más hipócrita en el respeto a los derechos humanos?

R. Sin lugar a dudas, Estados Unidos. Por varias razones. Porque se viola un derecho fundamental, la vida, cada vez más, y de forma más despiadada, con cada ejecución que se practica. Y porque su Gobierno pone siempre sus intereses nacionales por encima de los derechos humanos en todo el mundo.

P. ¿Acepta usted el argumento empleado, entre otros, por los islamistas de que los derechos humanos son un 'invento occidental' que atenta contra 'la especificidad cultural' de los otros pueblos?

R. Los derechos humanos son universales. En todas las culturas y en todas las religiones el derecho a la vida, a la integridad física y a un mínimo de calidad de vida están reconocidos. Me pregunto qué sentirían los que creen lo contrario si fueran ellos las víctimas.

P. George W. Bush, el presidente de Estados Unidos, firmó 145 condenas a muerte en los seis años que fue gobernador de Tejas.

R. Es vergonzoso. Pero, sin embargo, yo creo que el hecho de que Bush esté en la presidencia puede hacer pensar a la gente que es un aliciente para promover aún más la pena de muerte, lo que finalmente puede desembocar en concienciar más a los abolicionistas a movilizarse. Estoy absolutamente convencido de que antes del final de mis días veremos un Estados Unidos sin pena de muerte.

P. ¿Entiende al pueblo serbio cuando dice que no quiere que su antiguo presidente Slobodan Milosevic sea llevado a La Haya para ser juzgado por crímenes contra la humanidad?

R. Puedo entender que quieran que sea juzgado en Serbia, pero allí nunca se le va a juzgar por lo que La Haya le acusa, por crímenes contra la humanidad. Es como si la gente pudiera decidir entre juzgar a alguien por robar dinero o asesinar a toda tu familia. No hay elección posible.

P. ¿Cómo utiliza Amnistía Internacional los medios de comunicación?

R. Los medios de comunicación son parte indispensable de nuestro trabajo. Con la difusión de nuestras investigaciones y denuncias nos ayudan a avergonzar a los Estados.

P. A los ojos de los regímenes totalitarios, Amnistía es una organización 'revolucionaria'.

R. En efecto. Para todos aquellos que no respetan los derechos humanos, así es.

P. ¿Quiénes y cómo presionan a Amnistía Internacional?

R. Ningún Gobierno ni compañía ha logrado impedirnos publicar una información, pero le mentiría si le dijera que las presiones no existen. Son muchos los gobiernos que dicen estar comprometidos con los derechos humanos pero continúan torturando y asesinando a sus ciudadanos. Quieren aparecer como gobiernos serios y responsables ante la comunidad pero, de nuevo, es casi siempre pura hipocresía.

P. Amnistía Internacional está a punto de cumplir 40 años. Los últimos 10 usted ha estado al frente. Respecto a los derechos humanos, ¿qué ha sido lo mejor y lo peor de estos años?

R. Lo mejor, el caso Pinochet. Con este caso se han establecido dos principios muy importantes. Primero, que los jefes de Estado no tienen inmunidad, y, segundo, el surgimiento de la idea de que la justicia global es posible. Y lo peor, sin ninguna duda, la vergüenza del genocidio en Ruanda en 1994 [en el que fueron masacradas a machetazos unas 800.000 personas, la mayoría tutsis, pero también hutus moderados]. Toda aquella gente moría cada día ante nuestros ojos en televisión y no se hacía nada. Ni en todos los años que me quedan de vida dejaré de pensar que se podía haber hecho más.

P. Un país como España, con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, ¿puede permitirse rehusar la inmigración?

R. Por supuesto que no. Europa no puede pretender disfrutar del libre mercado, de la libre circulación de capitales, la libre circulación de ideas y, sin embargo, cerrar sus fronteras a personas desesperadas que lo único que reclaman es el derecho legítimo a no morirse de hambre.

P. ¿Qué denuncia Amnistía de España?

R. Amnistía pide a ETA que deje de matar. También estamos preocupados por los ataques racistas y por el destino final de las decenas de cadáveres de inmigrantes que llegan a las costas del Estrecho.

Pierre Sané, secretario general de AI, en una foto de 1998.
Pierre Sané, secretario general de AI, en una foto de 1998.LUIS MAGÁN

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