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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Huelgas

Hace unos pocos días hemos podido asistir a dos convocatorias de huelga que contrastan fuertemente entre sí. La primera ya ha tenido lugar, y es la de médicos de atención primaria. En esta huelga, los médicos pedían dedicar una media de diez minutos a cada paciente. La otra huelga ha sido convocada, pero aún no ha tenido lugar. Se trata de la huelga de profesores de primaria y de secundaria. La espita que ha disparado esta convocatoria ha sido la ampliación del calendario escolar. Mientras que los médicos piden pasar más tiempo con su público, los profesores piden lo contrario.

Resulta difícil entender la oposición del profesorado, o por lo menos de sus sindicatos, a la prolongación del calendario escolar. Desde el punto de vista sindical se trata de una medida con la que contentar a la opinión pública. De acuerdo con los sindicatos, no es posible adelantar el comienzo del curso por, al menos, dos razones. La primera es que los profesores que cambian de centro se incorporarán tan tarde como hasta ahora. La segunda consiste en que los primeros días de septiembre los claustros celebran una serie de reuniones trascendentales para la planificación del curso. Sobre el primer aspecto, bastaría con movilizarse para que la asignación de profesores se hiciera con mayor eficacia burocrática. Con respecto a lo segundo, creo no equivocarme al decir que no se trata de que los profesores se sometan a maratonianas reuniones de más de cinco horas diarias. De hecho, resultan difícilmente perceptibles los resultados de tales reuniones en las programaciones anuales de los centros en forma de nuevos enfoques pedagógicos, una variación sustantiva de las actividades complementarias, la potenciación del uso de las bibliotecas de centro y de aula, etcétera. Con esto no quiero decir que tales reuniones se supriman. Sólo digo que se trata de demasiadas alforjas para tan corto viaje.

Comprendo que los profesores consideren nefasto más días de docencia y que reclamen los tres días de la mal llamada semana blanca para sí y para los estudiantes. Sin embargo, esto no debería suponer -especialmente en infantil y primaria- el cierre a cal y canto de los centros. Estos tres días de asueto son un serio problema para las familias en que ambos cónyuges trabajan. Les guste o no a los maestros, una de las funciones clave de la escuela es la de custodia -no de aparcamiento, como a muchos les gusta decir- de la infancia.

Como militante, desde hace muchos años, de CC OO, no logro entender qué puede justificar que un colectivo de asalariados -por muy funcionarios que puedan ser los de la pública- disfrute de tres meses de vacaciones retribuidas al año.

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