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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

Los socialistas vascos se decantan por gobernar con el PP como única salida

El sector 'vasquista' apoya la coalición con los populares ante la extensión de la amenaza terrorista

Frente a las reticencias que tal perspectiva suscita en otros ámbitos del partido y en analistas y comentaristas políticos, el Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezquerra (PSE-EE) se muestra hoy bien dispuesto a suscribir, llegado el caso, un acuerdo de gobierno con el PP vasco que deje al nacionalismo fuera del poder. 'Hay que contar con el compañero de barricada', sentencia el presidente del PSE guipuzcoano, Jesús Eguiguren, muy atareado estos días en el propósito de taponar la hemorragia de dimisiones de los concejales socialistas que se niegan a llevar escolta. 'Sigue siendo verdad que la colaboración entre el nacionalismo y el socialismo es necesaria, pero lo que nos jugamos aquí y ahora', enfatiza, 'son los principios elementales de la democracia, el derecho a vivir y actuar en libertad independientemente de los apellidos y de la adscripción ideológica'.

'Nos ha entrado la duda razonable de si el PNV quiere acabar verdaderamente con ETA o aprovecharse de esa violencia'
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Cabeza de lista por Guipúzcoa y genuino representante hasta hace poco de la tendencia vasquista, partidaria de la entente estratégica con el PNV, Jesús Eguiguren no duda de que la vía soberanista abierta en Lizarra alberga, a través de la creación de órganos como Udalbiltza (asamblea de concejales nacionalistas) y de proyectos como el nuevo censo vasco, el propósito de acallar la voz de una gran parte de la población, de burlar lisa y llanamente a la democracia.

¿Qué ha pasado en el seno del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra para que sus más caracterizados vasquistas apuesten hoy decididamente por la alianza con el principal 'enemigo de clase' y renieguen de la colaboración con el PNV? La respuesta está en el sentimiento amargo de haber sido traicionados por sus antiguos aliados nacionalistas, en el convencimiento de que el PNV realmente existente, el que lideran Xabier Arzalluz y Joseba Egibar, está dispuesto a convertirles en ciudadanos de segunda y a abandonarles a su suerte en un momento en el que la limpieza étnica e ideológica desatada en Euskadi brilla con luz propia.

Quiebra de confianza

Es una quiebra de confianza muy profunda, una herida doblemente dolorosa para aquellos dirigentes socialistas, el propio Jesús Eguiguren, Mario Onaindía, Ramón Jáuregui, que, enfrentándose a veces a sus propios compañeros de partido, defendieron sistemáticamente la colaboración institucional con el PNV como un elemento imprescindible de cara a la moderación del nacionalismo y a la cohesión de la sociedad vasca.

'Con la penosa experiencia de haber participado en el último Gobierno de coalición con los nacionalistas, Fernando Buesa nos decía que el PNV ya no era autonomista, pero algunos seguimos dando más crédito al discurso gubernamental Ardanza-Atutxa que al del partido de Arzalluz-Egibar', recuerda Mario Onaindía. 'Cuando vimos que Ardanza se colocaba al frente de la rebelión ciudadana de Ermua comenzamos una serie de conversaciones con el PNV y con EA para reforzar la unidad democrática contra ETA. Trabajábamos sobre la idea de replantear la vía de los derechos históricos, a la búsqueda siempre de un marco que permitiera al PNV sentirse más cómodo, cuando el lehendakari José Antonio Ardanza nos hizo su propuesta de pacificación. Era muy extraño', señala Onaindía, 'porque Ardanza nos hizo su propuesta a título personal, fuera del marco de la negociación y en términos 'o lo tomas o lo dejas', un trágala. Supongo que sabía ya lo que se cocía en su partido y que quiso cubrirse ante nosotros', indica Mario Onaindía.

El desconcierto duró varios meses en las filas socialistas, admite Jesús Eguiguren. 'Se había publicado alguna cosa sobre un pacto de ETA con el PNV, pero, la verdad, no podíamos creérnoslo. Sólo abandonamos el Gobierno', recuerda, 'cuando vimos que el PNV empezaba a plantear leyes abiertamente inconstitucionales como la Ley del Deporte o la incorporación de Treviño. Nos dimos cuenta muy tarde, nos costó entender lo que estaba pasando; en mi caso, debido, quizá, a mi cultura política muy inspirada', dice, 'en la historia de la colaboración de nacionalistas y socialistas'. El PSE no ha olvidado, en absoluto, el simulacro de negociación que el PNV estableció con ellos cuando ya tenía amarrados los votos de HB que permitieron a Ibarretxe ser nombrado lehendakari. Y tampoco, desde luego, las hirientes declaraciones anteriores de Carlos Garaikoetxea: 'Los socialistas no se van del Gobierno ni con agua caliente', y de Xabier Arzalluz: 'Si se van tendrán que ir en autobús a hacer cola al Inem'.

Según Eguiguren, 'los nacionalistas estaban convencidos de que tragaríamos lo que quisieran porque fuera del Gobierno y de las instituciones nos disolveríamos como un azucarillo'. Es una idea que estuvo igualmente presente en los textos internos de HB. Después de 12 años de participación en el Ejecutivo Vasco, el PSE-EE superó bien, sin embargo, el pase a la oposición, reclamado con insistencia por sus bases, a juzgar por los resultados cosechados en las municipales siguientes y en el resto de las elecciones.'Lo cierto es que la lectura histórica de todos esos años demuestra que el PNV nos ha llamado cuando nos necesitaba y nos ha echado en cuanto ha podido', afirma Ramón Jáuregui, ex secretario general del PSE y ex vicelehendakari. Iluminado retrospectivamente por el pacto secreto con ETA que el nacionalismo suscribió durante el verano de 1998, el Acuerdo de Lizarra ha convencido al socialismo vasco de que una parte al menos del PNV, la que copa hoy la dirección de este partido y sigue reivindicado el espíritu de aquel acuerdo, preferirá siempre la comunión con el mundo de HB y ETA que con los no nacionalistas, que la pulsión independentista primará sobre el terreno común de encuentro estatutario y que en esta deriva soberanista hay quienes están dispuestos a saltar por encima de los crímenes.

De las predicciones hechas por Arzalluz sobre el tratamiento que el futuro soberanista depara a los españoles: 'Como los alemanes en Mallorca', 'como los portugueses en Luxemburgo', muchos socialistas han extraído la conclusión de que a los ojos de ese nacionalismo ellos serán siempre españoles o vascos de segunda y que está claro que, puestos a elegir, en el momento de la verdad, Arnaldo Otegi o Josu Ternera tendrán un lugar preferente a la derecha del padre.

'Compañeros de barricada'

Es la dura realidad cotidiana, es el contacto con 'los compañeros de barricada' lo que ha ido deshaciendo las grandes resistencias al pacto posible con el PP, imponiendo la defensa de la libertad y de la vida en Euskadi sobre la batallas por la alternancia en el Gobierno de España. 'Aquí, los militantes de EH exhiben en los balcones de sus casas sus pancartas de los presos, pero los del PP no pueden colocar la bandera de España', indica el dirigente socialista guipuzcoano. Y añade: 'Todas esas gentes bienpensantes que ahora se preocupan por la fractura social olvidan que esa división existe desde hace tiempo y que la sociedad vasca ha jugado a engañarse, como si no pasara nada. Lo que pasaba es que los agredidos nos hemos mantenido en una actitud pasiva pensando que la responsabilidad fundamental recaía en el PNV. Nuestra paciencia se ha acabado porque nos ha entrado la duda razonable de si el PNV quiere verdaderamente acabar con ETA o quiere aprovecharse de esa violencia'.

Los recelos al posible acuerdo con el PP que albergan algunos dirigentes del PSOE del resto de España se explican, según Onaindía y Eguiguren, por la distancia misma, por la diferente percepción de la realidad. 'Algunos han hecho una lectura bobalicona de la transición del franquismo a la democracia, como si todo hubiera sido fruto de un diálogo estupendo, y de ahí determinadas actitudes ingenuas', dice Onaindía. 'No entienden que en política hay que optar a veces entre lo malo y lo peor y que lo que aquí nos jugamos son los derechos elementales. Cuando me dicen en Madrid que tenemos que desmarcarnos del PP, les contesto que, como tengo que meterme forzosamente con ETA y con el PNV, el mitin se me acaba antes de que le llegue el turno al PP'.

Eguiguren piensa, igualmente, que durante la tregua algunos de sus compañeros no llegaron a darse cuenta de que todos los días se atacaba una casa del pueblo o se amenazaba y hostigaba a los socialistas. 'Nosotros no tuvimos tregua', señala, 'no podíamos participar enteramente de ese clima de ilusión y de esperanza, sobre todo cuando leíamos los comunicados de ETA'.

El crédito de la actual dirección del PNV es hoy prácticamente nulo en el socialismo vasco. Sin dejar de resaltar la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el 'actual' PNV, al que acusa de haber traicionado, no sólo a los no nacionalistas, sino también a la democracia en sí, Ramón Jáuregui advierte de la urgencia de recomponer con ese partido la unidad contra ETA y contra el 'fascismo étnico'. El diputado guipuzcoano dice no estar tan interesado en la composición concreta del futuro Ejecutivo como en el acuerdo de búsqueda de la paz que debe inspirar a ese Gobierno. 'La ruptura de la unidad contra ETA tiene un efecto diabólico que nos conduce al abismo. Un vuelco completo, un pendulazo político no resolvería nada si no recomponemos la unidad, pero el PNV debe saber', dice, 'que al PSE-EE no le va a sacar el 14 de mayo del bloque constitucional'.

Eguiguren ve con escepticismo la posibilidad de que el PNV llegue a incorporarse tras las elecciones a un Gobierno de concentración. 'Están en la idea de que el terrorismo es prácticamente invencible y que sólo desaparecerá cuando el nacionalismo se sitúe en el umbral de alcanzar sus objetivos de independencia. Además', añade, 'siempre nos quedará la sospecha de que volverá a jugárnosla en cuanto pueda'. Mario Onaindía sí cree que el PNV se acercará al PSE-EE al día siguiente de las elecciones. 'Esa noche', indica, 'el partido de Arzalluz tendrá que tomar la decisión que algunos de nosotros hemos ido madurando durante 20 años. Tendrá que pronunciarse, por fin, sobre el marco constitucional'.

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