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VISTO / OÍDO
Columna
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Amor libre

No sé qué hará hoy en el Congreso el PP o qué oiremos. Supongo que un pasito adelante, como han probado en sus feudos de Valencia y Navarra, pero no como el de Holanda, que se liberó de Felipe II a tiempo. La foto-bodas parece confusa; chicas veladas como vírgenes, caballeros de esmoquin: pero van negro con negro, blanco con blanco. Como dicen ellos, un hito en la historia. Uno de los puntos de partida hacia algo más importante, que es el amor libre. Y la disolución del matrimonio burgués codificado por Napoleón tras la Revolución Francesa. Y por Lenin después de la soviética. Siempre hay un moderador en las revoluciones: la gente libre, cuando gobierna, se hace opresora. Más allá de la izquierda o la derecha. El amor libre es algo que se busca en España desde la República.

Aquí eran las feministas las que lo pedían. Hubo manifestaciones de mujeres con gritos de 'Hijos sí, maridos no', malditas por la derecha: en Abc, siempre fino, las llamaban 'tiorras'. Yo aullaba por el amor libre. Claro, qué listo. Pero las chiquitas no podían. Querían la mano impaciente en la última fila del cine: en silencio. No podían hacer más. Y el hombre sólo podía ser marido: un medio de vida, su trabajo de sexo, hogar y maternidad. No podían tener ideología; menos aún cuando se perdió guerra, República, derechos humanos. Hasta la ciencia en la patria mía era así: Marañón contaba la bella metáfora del hombre farolero y la mujer la llama que prende: el farolero seguía su camino, y ella quedaba prendida. Ya no es así: las mujeres quieren hombres, pero no hijos; el amor es casi libre, aunque encarecido; los hombres tienen pánico y a veces hasta disparan, cuando están enloquecidos, y hasta se suicidan, que es menos grave.

No sé si ha aumentado el número de homosexuales de las dos especies o si es que la ocultación va desapareciendo. Triunfo fue suspendido y casi asesinado por Fraga fascista por una frase de Lidia Falcón: 'Hemos acabado con el matrimonio, pronto acabaremos con la familia', ya ocurre. Imagino una España donde hombre y mujer se unan y se separen sin curas ni jueces, donde los dos -¡o los tres!- cuiden de hijos; de leyes sociales que protejan al individuo y no a la pareja. Va a pasar, va a pasar. Diga lo que diga el Congreso. El PP va a pasar, pasar, pasar.

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