Pacto de silencio en Ponferrada
La edil que ha acusado al alcalde de acoso sexual perdió poder en el Ayuntamiento tras romper la relación sentimental
'Va a ganar él', susurran en bares y calles los ponferradinos en relación a la querella por acoso sexual a la que se enfrenta su alcalde, Ismael Álvarez, del PP. 'Va a ganar él, porque es muy difícil demostrarlo', es el argumento.
En público se pone la mano en el fuego por un alcalde que arrasó en las pasadas elecciones municipales en las listas del PP y que ha multiplicado el dinero que recibe Ponferrada. En privado, se da cierto crédito a las denuncias públicas que hizo entre sollozos el pasado lunes la concejal de Hacienda -'guapísima, economista y karateka', dice un vecino- que conquistó a los bercianos en los comicios de junio de 1999. Una sonrisa cómplice es lo más que se obtiene cuando se indaga sobre la supuesta afición del alcalde por la noche y las mujeres. 'Todos sabemos como es', dan por hecho.
En mayo, el alcalde retiró a la concejal la delegación de firma para el Área de Medio Ambiente y Régimen Interno
El Ayuntamiento está cerrado a cal y canto al informador. Ni es posible obtener un decreto de la alcaldía que revoca la delegación de firma de la concejal, ni aclarar en base a qué convenio la concejal Nevenca Fernández ha visto reducido su sueldo a la mitad desde hace unos meses. No es posible hablar oficialmente con los concejales populares. Extraoficialmente tampoco. Sólo se ofrece un escrito de apoyo firmado por todos ellos en el que rechazan que se haya producido 'trato de presión alguno' hacia la concejal. 'Siempre fue tratada por él y por todos nosotros con absoluta cortesía, educación y compañerismo, intentando en todo momento ayudarla en la gestión municipal que tenía encomendada', hacen saber.
Ismael Álvarez tiene muchos partidarios, oponentes políticos, y contestación en la calle cuando pretende subir los impuestos. También tiene enemigos. Es difícil de argumentar una omnipresente rumorología que le asocia con abusos en la concesión de licencias, negocios ocultos o intereses en la movida nocturna ponferradina. Los testigos no hablan, o temen represalias por las sabidas servidumbres de una ciudad pequeña. En los bares y en los correos electrónicos llevan apareciendo desde diciembre una serie de pasquines contra el regidor sin que se vea una mano detrás. Álvarez asocia la reciente denuncia a intereses que buscan su 'destrucción política'.
A Nevenca Fernández, con 24 años y recién licenciada en Económicas, le convencieron en 1999 entre su familia y el entorno del alcalde para que dejara Madrid y se presentara por el Partido Popular, según su propio relato. 'Entregué al ayuntamiento una hija sana y me han devuelto una piltrafa', ha declarado su madre, Paquita García, esta semana. El alcalde, Ismael Álvarez, viudo y de 51 años, también le convenció, dice ella, para que iniciaran una relación sentimental a escasos dos meses de emprendida la legislatura municipal.
La relación duró poco. Nevenca quiso que terminara. Álvarez no lo niega. Y a partir de entonces, febrero de 2000, empezó un declive profesional y personal de la flamante concejal de Hacienda, para la cual desde el Ayuntamiento hoy no se aporta interpretación alguna. Nevenca ha argumentado la suya con una querella criminal en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León: acoso sexual. Una actitud de presión que se tradujo en 'notas manuscritas, mensajes en el teléfono móvil, cartas, comentarios verbales y un desprecio absoluto hacia mi trabajo y mi persona, mediante descalificaciones y vejaciones que atentaron contra mi integridad física y psíquica', explicó el pasado lunes Fernández en una conferencia de prensa en Ponferrada. Fernández está de baja laboral y en tratamiento antidepresivo hace seis meses. Las acusaciones 'son rotundamente falsas', contestó inmediatamente el regidor, que dice acudir a los tribunales 'sin ningún temor'. Su descargo no traspasa este límite.
Algo pasó entre marzo y septiembre de 2000. La concejal de Hacienda, que hasta ese momento había desarrollado una trayectoria 'muy profesional', según Charo Velasco, portavoz socialista en el Ayuntamiento, comienza una rodada en picado. 'Empieza a verse descoordinación en sus comparecencias y es descalificada públicamente por el alcalde en un pleno', cuenta Velasco.
En mayo, el alcalde privó a Fernández de la delegación de firma para el área de medio ambiente y régimen interno en caso de ausencia del concejal competente. Es un decreto de 24 de mayo de 2000 -publicado el 10 de junio-, que revocó otro anterior de agosto de 1999. Por las mismas fechas la concejal cambió de despacho. Dejó la planta noble del ayuntamiento y, con el argumento de que es nombrada, además, presidenta del Instituto de Empleo, se le instala en las oficinas de este organismo en un local contiguo a la sede municipal. En el consistorio no se aclara si este cargo implica un aumento de sueldo. Lo cierto es que la concejal asegura que se le ha reducido el salario a la mitad, si bien no lo ha denunciado.
Nevenca Fernández y su abogado Adolfo Barreda apenas llevaron ocho copias de su comunicado a la conferencia de prensa del lunes. No dieron abasto. Asegura Barreda que nunca imaginó el alcance del escándalo. El PP no está dispuesto a verse salpicado por un asunto que enturbie la imagen de modernidad y de defensa de la mujer que predica. Su secretario general, Javier Arenas, ha anunciado una investigación inmediata.
Barreda es consciente de la dificultad para probar el acoso sexual. 'El Tribunal Supremo ha dado doctrina para que estos casos no queden impunes. Da fuerza al testimonio de la víctima cuando se demuestra que es constante, que no presenta contradicciones y que no responde a motivos espúreos como por ejemplo, un deseo de venganza. Yo confío en algunos testimonios [ên la querella se cita a 10 testigos] y tengo medios para acreditar que algunos hechos son ciertos', concluye el abogado.
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