Macedonia, contrarreloj
El secretario general de la OTAN da por hecho que la enérgica reacción armada del Gobierno de Macedonia, alentada por la Alianza y la Unión Europea, y el rechazo contundente de las potencias occidentales a la limitada insurrección están aislando a los extremistas albaneses que atacan Tetovo. El optimismo de Robertson parece apresurado, sobre todo porque son ya más de 20.000 las personas que huyen de la zona donde prosiguen los enfrentamientos. Pero el apoyo prometido ayer en Estocolmo por la UE al presidente Boris Trajkovski debería servir a Skopje como acicate para zanjar antes de que sea demasiado tarde los agravios históricos de los albaneses en Macedonia.
La súbita aparición de una guerrilla según el modelo de Kosovo en un país donde se mantiene una relativa coexistencia pacífica entre dos etnias rivales está forzando inevitablemente a los moderados de ambos bandos, eslavos y albaneses, a tomar partido. Con ser ello grave, el mayor peligro es que la violencia que se mantiene, en forma de combates y de atentados, comience a autoalimentarse y a cobrarse víctimas civiles, desatando una espiral de agravios que haría a Macedonia ingobernable. Algo demasiado fácil cuando un Ejército testimonial y sin experiencia combate desde la distancia con armamento vetusto a una fuerza pequeña y diseminada entre aldeas pobladas por simpatizantes.
El partido moderado albanés integrado en el Gobierno de Skopje ha condicionado su permanencia a un uso selectivo y mínimo de la fuerza. Una petición similar se expresaba ayer en un comunicado de los dirigentes políticos del vecino Kosovo, incluidos Ibrahim Rugova y los dos ex jefes máximos del Ejército de Liberación de Kosovo, en el que exigen a los extremistas concentrados en torno a Tetovo que depongan inmediatamente las armas.
La Unión Europea y la OTAN han comprometido solemnemente su apoyo a Macedonia: político, económico y militar, con el refuerzo armado de la frontera con Kosovo. Al Gobierno de Skopje le corresponde simultanear su firmeza hacia los extremistas con una clara acción política dirigida a la integración definitiva en la vida económica y ciudadana de la minoría albanesa, que, a pesar de representar un 30% de la población, sigue siendo vista como una parte alógena del país balcánico.
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