_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Muerte

Las pateras siguen llegando a las costas andaluzas sobrecargadas de esperanza. Con el buen tiempo, irán a más. Muchas de estas esperanzas quedan atrapadas en las frías aguas del estrecho de Gibraltar. Las olas seguirán escupiendo cuerpos sin vida. Es la muerte en el Estrecho. Nada nuevo y nada sorprendente. Lo peor es que parece que la sociedad se ha acostumbrado a convivir con las trágicas imágenes de cuerpos semidesnudos varados en la arena como barcos sin retorno. El Estrecho es un macabro cementerio en el que se ahogan las ilusiones y las esperanzas de quienes pretenden escapar del hambre y de una vida sin esperanza.

A un lado y otro de la muerte, las medidas adoptadas, hasta ahora, sirvieron para poco. Seguirán llegando marroquíes y subsaharianos. La oferta española a Marruecos para regular la inmigración, de momento, no tiene respuesta. El entramado de intereses políticos, sociales y económicos que condicionan las decisiones de Rabat no facilitará el acuerdo urgente que exige la patética imagen de los cuerpos sin vida. Una persona, cien, mil vidas humanas, importan bien poco. En la arena de la sobreabundancia, con cuerpos relajados y tostándose al sol, puede ocurrir que aparezca la patética imagen de un cuerpo hinchado, con los ojos abiertos por el terror de la muerte. Hasta es posible que el esbelto cuerpo cierre los ojos o mire a otra parte a la espera de que la Guardia Civil o miembros de la Cruz Roja llegue con el saco negro de plástico para retirar la muerte.

Hoy se presenta por el PSOE el recurso contra la Ley de Extranjería. Es lo menos que se puede hacer para garantizar los derechos más fundamentales de los inmigrantes, algo que no parece preocupar a los promotores de la ley, el Gobierno de José María Aznar. Pero esta ley, recurrida o si recurrir, no podrá evitar que la muerte siga flotando en las aguas frías del Estrecho. ¿A quién o a quiénes no les interesa terminar con este drama? ¿Cuántas vidas humanas se perderán en las pateras hasta que Marruecos y España lleguen a un acuerdo?

El primer ministro marroquí, el socialista Yusufi, ha dicho que su Gobierno tiene mucho interés en alcanzar un marco para el acuerdo. ¿Para cuándo?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_