Los Oscar llegan a su recta final con los estudios en pie de guerra
Javier Bardem descansa en México mientras aún no hay un favorito al premio al mejor actor
Mientras el presidente de México, Vicente Fox, llegaba ayer a California, Javier Bardem cruzaba la frontera en sentido contrario. Bardem ha huido de Hollywood para descansar en el país donde rodó Antes que anochezca, la película que le ha convertido en el primer actor español que aspira a un Oscar. Aunque el martes terminaba el plazo para votar entre los candidatos de este año, las campañas lanzadas por los estudios siguen en pie de guerra y algunos de ellos, acusados de utilizar métodos poco ortodoxos para conseguir votos, se enfrentan a posibles sanciones.
Dos de los principales estudios (Dreamworks y Sonny Classics, con Gladiator y Tigre y Dragón, respectivamente) incluso han sido acusados de llevar demasiado lejos sus estrategias. Sin una película claramente favorita, nadie se atreve a pronosticar qué ocurrirá la noche del día 25. 'Las campañas han sido muy agresivas, quizá las más fuertes de los últimos años, y los votos pueden estar muy repartidos', señala el publicista y miembro de la Academia Tony Andreotti.
Sólo un nombre coincide en todas las quinielas: el de Julia Roberts. Nadie duda de que la actriz mejor pagada del planeta subirá por fin al escenario del Shrine Auditorium de Los Ángeles para recoger lo único que le falta: un Oscar.
Si el Oscar a la mejor actriz de este año parece indiscutible, el del mejor actor, al que aspira Javier Bardem, es en principio más dudoso. Russell Crowe y Tom Hanks son los favoritos, pero en los últimos días el nombre de Ed Harris (director y actor principal de Pollock) cobra fuerza. Esta dispersión, según un académico, podría favorecer a Bardem.
Crowe y Hanks
Por un lado, Russell Crowe no tiene excesiva buena prensa; aunque ha realizado una intensa campaña, sus malos modos y su evidente ansia por ganar no le han favorecido. En la tradicional comida de los candidatos, celebrada la semana pasada en el hotel Berverly Hills, Crowe, de 36 años, fue el único que no cruzó una palabra con Bardem. Tom Hanks, por el contrario, derrochó simpatía con todos sus rivales. La jovialidad del actor, de 44 años, no pasa inadvertida. Pero el peor enemigo de Tom Hanks es él mismo. Sus dos oscars (por Filadelfia y Forrest Gump) podrían impedirle obtener un tercero. 'Eso lo convertiría en el mejor de la historia. Sería un reconocimiento demasiado monumental. No es tan fácil que gane', señala un académico. Sin embargo, para otros, a Hanks se le debe el Oscar que no le dieron hace tres años por su trabajo en Salvar al soldado Ryan, para muchos su mejor interpretación, y fue injustamente eclipsado por el fenómeno de Roberto Benigni y La vida es bella.
Al preguntar por la campaña de Bardem, Tony Andreotti, que ha trabajado para Chocolat y Erin Brockovich, señala: 'Ha sido una campaña bastante buena; en su caso, como en el de Geoffrey Rush y Ed Harris, la atención se ha concentrado en el actor, dejando sus películas en un segundo plano. Ha sabido ganarse simpatías'.
Pero la batalla sin cuartel es la que se libra para lograr el Oscar a la mejor película, un premio que, según publicaba ayer la revista Variety, supone una recaudación extra en taquilla de casi treinta millones de dólares (unos seis mil millones de pesetas).
Campañas agresivas
Gladiator y Tigre y Dragón han llevado a cabo unas campañas tan agresivas que hasta la propia Academia estudia penalizar a sus estudios. Dreamworks y Sonny Clasics han sido acusados de métodos poco ortodoxos para captar votos. En el caso de Dreamworks, la acusación es por incluir en su publicidad la estatuilla del Oscar (algo tajantemente prohibido por los estatutos de la Academia, que sólo permiten que se utilice la imagen de la estatuilla una vez ganada). La sanción a Tigre y Dragón sería por excederse en el envío a los miembros de la Academia de material sobre la película y mandar, una vez que ya se habían recibido los vídeos convencionales, un segundo en DVD.
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