La noche americana
Noche americana es un término cinematográfico que designa el efecto de noche creado artificialmente en tiempo de rodaje diurno (los americanos lo llaman day for night, noche por día). La noche americana, una comedia irónica pero dulce sobre el propio mundo del cine, fue una de las más admiradas películas de Truffaut, que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1973. Y una noche americana por excelencia es la de la entrega de los oscars, vista en directo por millones de adictos del mundo entero. Se están haciendo habituales en este evento de Hollywood las candidaturas y premios a artistas europeos; este año destaca la de Javier Bardem.
Cofundador de la Nueva Ola francesa, no hubo quizá en Europa un cineasta más americanista de gustos que Truffaut. ¿Quién no lo ha sido en su formación cinematográfica? (Yo descubrí de qué iba el cine viendo un melodrama con William Holden, El mundo de Suzie Wong). ¿Qué cinéfilo actual o simple aficionado deja de admirar las grandes obras que aquel -fílmicamente hablando- gran país produce? En Europa habrá por desgracia racismo y xenofobia, pero lo que no hay es chovinismo en las salas de cine. Nuestra generosidad de espectadores puede acabar en locura. En suicidio.
Vuelve a salir a la actualidad lo que nunca debería esconderse. Productores, directores, actores españoles, es decir, un esforzado grupo de virtuales 'muertos voluntarios' en la guerra de las pantallas, hablan ante la Comisión de Cultura del Congreso y hacen la confesión del moribundo: la cuota de pantalla (según la cual por cada tres películas de 'terceros países', es decir, norteamericanas, hay que exhibir una española o comunitaria) no es que debe desaparecer de la nueva Ley del Cine, es que tendría que reforzarse a nuestro favor, estableciendo el dos por uno. Se defienden o protestan algunos apóstoles del libre mercado; los embajadores subrepticios del Gran Hermano colonial hollywoodiense, cada día más ávido de apoderarse americanamente de nuestras noches de cine; el Gobierno de la nación, que da una de cal y otra de arena en la tumba del cine español. Con su complicidad, su silencio culpable o su omisión, ellos representan al enemigo, que tiene caras, nombres, lotes impuestos a los distribuidores, contaminante basura fílmica metida a la fuerza en los depósitos de las multisalas europeas. Tiene -también- este enemigo un notable grupo de maravillosas películas en lengua inglesa por las que nos gustará pasar por taquilla.
En la admirada tierra enemiga de Hollywood se anuncia una huelga de guionistas y actores. ¿Por qué no robarles la idea dándole la vuelta? Me parece que la gravedad de las denuncias y quejas escuchadas hace unos días en el Congreso a los profesionales hace lógica, quizá necesaria, la propuesta. Una huelga del cine español en defensa propia. Nuestras cifras en juego, nuestras peticiones, serán mucho más modestas que las que los huelguistas americanos hacen a sus magnates; aquéllos quieren una parte mayor del pastel. Aquí nos conformamos con poder amasar la harina propia y vender el pan trabajado sin tener que comérnoslo todo en la trastienda. El pan nuestro del día, no caducado. Seamos realistas y pidamos lo imposible. Algo más que migajas.
Me acuerdo de La noche española, pintada por Picabia (el cuadro es un homenaje con doble fondo al bailarín Vicente Escudero). No hay, que yo sepa, una noche francesa en el vocabulario técnico del séptimo arte. Pero la Francia de los herederos de Truffaut, en la que sigue habiendo, como en las mejores familias, americanistas de profunda devoción, sabe llevar mejor que ningún otro país de Europa la luz de su propio cine: medidas de estímulo y protección política, iniciativas audaces de los distintos sectores productivos, conciencia nacional del valor cultural de esta industria. Si aquí no se reacciona drásticamente, y con ese modelo del país vecino en la cabeza, se acabarán no sólo los días del cine español. También las noches falsas que un grupo de hombres y mujeres consigue con poco más que una cámara y unos focos. Por efectos de fascinación y sugerencia como ése hemos ido y queremos seguir yendo al cine. Al de nuestra elección.
Babelia
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