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El IBI subirá en 2002 un 3,5% como máximo para la mayoría de las casas

La revisión del catastro por Hacienda permitía aumentar los ingresos municipales en 2002

Antonio Jiménez Barca

El concejal de Hacienda, Pedro Bujidos, negó ayer que la revisión del valor catastral de los 1,6 millones de inmuebles existentes en la capital, que no se hacía desde 1987, sea un catastrazo similar al proyectado en 1990 por el entonces ministro de Hacienda, el socialista Carlos Solchaga. 'El Ayuntamiento ha fijado tres topes máximos -dependiendo del valor del inmueble- de forma que ha decidido aplicar unas bonificaciones para evitar que la subida del impuesto sea tan fuerte. Es decir, el Ayuntamiento ha renunciado a cobrar todo lo que la ley le permite', añade el edil.

Según Bujidos, la subida como máximo del 3,5% del recibo del IBI afectará al 97% de los propietarios de casas en Madrid. Para calcular el precio del IBI se utilizan dos baremos: un índice fijo -el del Ayuntamiento de Madrid está en el 0,521%- y el valor catastral de los edificios. Éste ha permanecido inalterable desde hace 13 años, de modo que había pisos cuyo precio de mercado es de 40 millones, por ejemplo, pero que figuraban con un valor catastral de 4 millones.

Esta situación ha llegado a su fin. El Ministerio de Hacienda ya tiene lista la subida catastral y los ciudadanos madrileños recibirán los nuevos valores pasado el verano. La intención de Hacienda es que el valor catastral se sitúe, a lo largo de los próximos 10 años, en el 50% del valor de mercado del inmueble (ahora ronda el 20%). Habrá edificios, según Bujidos, que subirán más de un 300% su valor catastral.

Para evitar que la revisión del catastro dispare el IBI, el Ministerio de Hacienda ha previsto que la diferencia entre el valor catastral antiguo y el nuevo se reparta, a efectos de tributos, en 10 años. Así, una casa con un valor catastral antiguo de cinco millones que se incremente en otros cinco, computará el año que viene sólo por 5.500.000 pesetas; en el 2003, por 6 millones, y así sucesivamente hasta el 2012.

Este sistema, por sí sólo, no habría frenado la subida del IBI en Madrid, que habría rebasado el 10% en muchos de los casos. Para evitarlo, el Ayuntamiento, amparándose en la Ley de Haciendas Locales, ha fijado unos 'topes máximos', como los denominó ayer Bujidos. Así, ningún madrileño dueño de una casa cuyo nuevo valor catastral quede por debajo de los 40 millones -es decir, el 97% de todos los inmuebles madrileños- pagará un incremento mayor de un 3,5%. 'Habrá incluso quien pague menos', especificó Bujidos. 'Dependerá de la revisión catastral', añadió. Esta subida incluye el IPC para el año que viene: 'La subida para todos esos madrileños no será mayor del 3,5%, independientemente del IPC del 2002', especificó el concejal. En los últimos años, el Ayuntamiento ha subido el IBI un 2%, más o menos el IPC (índice de precios al consumo) previsto por el Gobierno. Los dueños de los inmuebles más caros acusarán más la revisión del catastro (ver gráfico).

Bujidos no quiso precisar qué pasará en 2003, año en que teóricamente la subida debería, por lo menos, repetirse: 'El sistema de bonificaciones es muy abierto y permitirá a los sucesivos gobiernos municipales de los próximos 10 años incorporar topes. Pero aún es pronto para hablar, incluso de 2003, año en que yo aún estaré de concejal de Hacienda'.

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Bujidos advirtió de que, cuando los madrileños empiecen a recibir en su casa la notificación del nuevo valor catastral de su vivienda, deben estudiarla y 'reclamar, si procede, a la Dirección General del Catastro, que es quien hace la revisión'.

La concejal socialista Ruth Porta lamentó que el PP 'lleve tantos años sin haber hecho esta revisión catastral, lo que ha provocado que se tenga que apelar a este sistema de bonificaciones'. Porta criticó 'que durante tanto tiempo en Madrid se haya estado funcionando con unos valores catastrales obsoletos'.

Gerardo del Val, de IU, pidió que el Ayuntamiento establezca más distinciones a la hora de pagar el IBI: 'No es justo que el dueño de una casa de 40 millones de valor catastral pague como máximo un 3,5% de subida, lo mismo que el dueño de una casa de 10. Debería dividirse en tres franjas; de 0 a 15 millones, de 15 a 25 y de 25 a 40. De esta forma sería más justo', añadió.

La sombra del 'catastrazo'

A finales de 1990, el entonces ministro de Economía y Hacienda, el socialista Carlos Solchaga, tenía previsto revisar (en el fondo, subir) los valores catastrales de los pisos españoles. En muchos de los casos, esto implicaba incrementos que fluctuaban entre el 8% y el 12% de media en el impuesto de bienes inmuebles (IBI), cuyo pago es anual. En Madrid, la subida llegaría a más del 50% en muchos casos. Tanto los vecinos como los alcaldes (al año siguiente había elecciones municipales) se opusieron a la medida. No sólo ellos: también altos cargos del partido socialista, tras hacerse eco del rechazo de la subida, empezaron a pensar que había que dar marcha atrás. Pronto, la revisión del catastro fue conocida en todas partes por un nombre que fonéticamente indicaba la repercusión en los bolsillos de la medida: el catastrazo. En Madrid, el entonces alcalde Agustín Rodríguez-Sahagún (CDS) animaba a los madrileños a recurrirlo. Antes de que se pusiera en marcha, los madrileños enviaron 15.000 recursos. Rodríguez-Sahagún acusaba al Ministerio de Economía y Hacienda de haber elaborado una revisión catastral llena de errores, y citaba los siguientes: 'Falta de sensibilidad hacia los vecinos y haber confundido el valor del mercado con los elevados valores fruto de la especulación'. En la capital se produjeron colas enormes ante las delegaciones del Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid) debido a que cientos de madrileños se apresuraban a recoger un certificado que avalara que la casa en que vivían era de protección oficial, con lo que se rebajaba algo la cuantía del catastrazo. Los vecinos debían reunir, en menos de 15 días, una maraña de papeles para acogerse a la rebaja. El Ivima necesitó habilitar dependencias especiales que encauzaran el aluvión de personas solicitantes. También se recogieron miles de firmas en la Puerta del Sol. Las críticas le llegaban a Solchaga también desde su propia trinchera. Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, declaraba en los pasillos del Congreso respecto a la idea del ministro Solchaga, considerado su enemigo político: 'Hay que considerar si la situación exige normativas complementarias o diferentes'. Pasados unos días, y tras una reunión con el presidente del Gobierno Felipe González, Solchaga anunciaba que la medida se iba a aplazar un año. Algunos alcaldes protestaron entonces porque veían esfumarse una fuente de ingresos para las arcas municipales. En el caso de la capital, el no aplicar el catastrazo supuso que el Ayuntamiento de Madrid vio desaparecer 13.700 millones de pesetas previstos para los presupuestos del año 1991. En Madrid, a pesar de que el ministro Solchaga aventuró un año de plazo, la revisión del catastro se ha retrasado más de una década. Esto ha provocado que haya casos en la capital que rozan lo esperpéntico: pisos que en el mercado valen 40 millones a tocateja, pero que figuran en el catastro con un valor de poco más de cuatro millones.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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