El fuego rubrica las Fallas
Brujas y princesas, toreros, gordas retratadas con tintes groseros, Verdi y la Caballé, las Ritas y los colonizadores de las Indias, Pinocho, Newton y Madame Bovary en su reencarnación fallera de 2001, ya son cenizas. Pasadas las doce de la noche, con retraso sobre el horario previsto, las llamas se apoderaron de los monumentos que las 376 comisiones falleras plantaron el pasado día 15 a lo largo y ancho de la ciudad de Valencia.
En poco tiempo, el fuego rubricó las Fallas y dejó en el territorio de la memoria los ingenios creativos de los artistas falleros, que bajo el brazo tienen ya preparados los primeros bocetos para el próximo año.
La cremà, el último de los ritos de la fiesta, fue anunciada durante toda la tarde de ayer por una permanente e intensa petardada, los últimos cartuchos permitidos antes de que acabara la bula fallera.
A las 22.00 horas, se inició la ceremonia encendiendo las fallas infantiles, a excepción de la ganadora del primer premio de la sección especial -la de la comisión Cuba-Buenos Aires- que prendió media hora más tarde y la del Ayuntamiento, cuya mecha empezó a actuar a las 23.00.
Después de medianoche, el protocolo se repitió con las fallas grandes. Sobre las 0.40, la creación del artista Paco López para la comisión de Convento Jerusalén, que obtuvo el primer premio de la sección especial con su particular repaso preciosista a los Descubrimientos del XVIII, empezó a ser presa de las llamas. Explosión emotiva ante el espectáculo de los miles de personas concentradas para asistir al final del éxito logrado, la quema de Newton, de Bach, del Marqués de Bidet y de las gallinas contestonas de la Enciclopedia de Diderot, que duró poco más de cinco minutos.
Y a la 1.10 de la madrugada, los fuegos artificiales disparados en la plaza del Ayuntamiento dieron paso a una espectacular hoguera en menos de dos minutos que también convirtió en cenizas los inventos del siglo XX, a los que estaba dedicada la falla municipal, obra de Pedro Santaeulalia.
Más humo que fuego, más poliuretano que madera, así cayeron las fallas de 2001. Y mientras en los restos aún quedaban llamas, un ejército de bomberos, 414 con 125 vehículos, vigilaron el fuego para dejar paso a las brigadas de limpiezan que en pocas horas dejaron Valencia como si aquí no hubiera pasado nada.
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